¿Jamaquear el palo o desmantelar a PR? – Corrupción Judicial

¿Jamaquear el palo o desmantelar a PR?

No podemos continuar en el círculo vicioso de la ‘jaibería’, las prebendas y favores políticos como modus operandi
tribunal federal

EL VOCERO / Archivo
Por Katherine Angueira Navarro

El procesamiento criminal del exjuez de Aguadilla, Manuel Acevedo López en el Tribunal Federal para el Distrito de Puerto Rico, por darle precio a su conciencia judicial, pone el dedo en la llaga. Destapa la alegada tela de araña corrupta que carcome los cimientos de nuestro gobierno; en esta ocasión en la Rama Judicial.  Mientras se mantenía por debajo de la mesa, el engranaje corroído funcionaba perfectamente ante quienes se hacían de la vista larga.  Puesto al descubierto, rápido surgen voces oportunistas que reclaman que el mal de fondo es el sistema democrático, en lugar de los personajes nefastos que se nombran a posiciones sensitivas por parte de quienes jamás debiesen haber tenido el poder de designación y confirmación. No lo supieron aquilatar y proteger con sabiduría a la altura que una verdadera democracia requiere.  En lugar de exigir elevar los criterios para evaluar los méritos de candidato(as) que tengan como norte la integridad, se bifurca la discusión pública presentando opciones que socavan el principio elemental  de rotar el poder por periodos cortos con mayor frecuencia.  La alternancia no es mala.  La participación activa ciudadana en una verdadera democracia a manos del Pueblo, no entrega su responsabilidad sembrando personajes por periodos eternizados por décadas o por vida en posiciones de poder.  El antídoto para frenar el abuso al poder es todo lo contrario.

Señalamientos contra la ‘politización partidista’ del Departamento de Educación, Universidad de Puerto Rico o la Policía de Puerto Rico, entre otro, se pretenden corregir con la “vara mágica” de nombramientos de juntas o directivos por décadas.  En el caso de la Rama Judicial, se habla de la ‘carrera judicial’ que les garantice una estadía larga ó se tantea la opción de llevarlo al ruedo electoral; sin tomar en cuenta que ello solo agudiza el posible abuso del poder.  El problema puede que esté enraizado en la visión de mundo que se ha perpetuado por más de cinco siglos de una mentalidad colonial, que impide funcionemos fuera del cacicazgo servil, apoderándonos de nuestra responsabilidad ciudadana para ‘ajusticiar’ a quienes abusan de su poder social y político.

No podemos continuar en el círculo vicioso de la ‘jaibería’, las prebendas y favores políticos como modus operandi. Puerto Rico hay que desmantelarlo y volver a empezar de una tabula rasa en que la integridad y compromiso verdadero con el bien común,  sea la zapata.  Hay que ‘jamaquear’ los cimientos  de las estructuras estáticas que se retro-alimentan como eco de una partidocracia anquilosada.  Re-pensar a Puerto Rico fuera de las tres tribus partidistas requiere convertir la Comisión Estatal de Elecciones en un organismo que vele por los derechos de los(as) electores, en lugar de los partidos políticos desgastados como vigías del poder. Hay que sacar la alfombra de debajo de los pies a quienes se piensan equivocadamente que son dueños del quehacer político en Puerto Rico.  El poder no se hereda por virtud de nacimiento.

El colectivo colonizado perpetúa como natural el poder para unos sectores privilegiados, mientras la masa patina en el pantano de la pobreza económica y educativa como mecanismo de control. Las estadísticas que cita el propio Presidente del Senado, Eduardo Bhatia (15 enero 2015), que cerca del 90% del estudiantado del sistema público de enseñanza fracasa en sus pruebas de aprovechamiento académico (2014), no solo pone en entredicho a la población escolar, sino a sus egresados(as).  El círculo vicioso es un espiral sin fin. De ese “pool” es que salen los funcionarios de gobierno.  El mal funcionamiento del tamiz burocrático posiblemente cobra vida de la deficiencia educativa.  La carencia analítica en la Rama Legislativa para ponderar el alcance de lo que legislan con su voto, en ocasiones desde la ignorancia, se hace evidente.  Quienes se suponen sirven de filtro en la legislatura, para cernir las designaciones deficientes del Ejecutivo, está en manos de activistas de barrio, con ínfulas de poder.  Por su parte, estudiar en universidades prestigiosas, tampoco exime a oportunistas malsanos de aprovecharse de la ignorancia de otros(as) para validar su ‘liderato’, que en ocasiones puede que tampoco necesariamente le mueve la integridad.

Las deficiencias en nuestro precario sistema democrático no se arregla alargando el término de duración de nombramientos. Eso es dictatorial. Hay que ‘jamaquear’ el palo desde el tronco exigiendo que ciudadano-as probos(as)  por sus méritos dirijan al país.  Debemos arrancar del camino a una aparente mafia que como yerba mala se va atrincherando en el gobierno, para tomar el mando de nuestro destino.  De lo contrario, la corrupción hace metástasis, robándonos de nuestra vida democrática.

Katherine Angueira Navarro

Psicóloga Social-Comunitaria

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