EL VOCERO / Archivo

Por Máximo Cerame-Vivas

Hay un refrán en ingles que dice ‘Be careful what you wish for’. Cuidado con lo que anhelas. Porque si te sale, puede que sea mucho peor. Eso definitivamente le está pasando a Alejandro García Padilla. Por un lado, gobernar el Titanic, después que chocara contra el témpano de hielo, tiene todas las de perder. Por otro lado, gobernar sería una cosa, pero gobernar ‘si lo dejan’, como está sucediendo aquí, es otra.

Puerto Rico ya había chocado contra el témpano cuando García Padilla asumió la gobernación. Cuan consciente estaba él de ello no lo sabemos. Pero él nunca se imaginó que los verdaderos gobernantes iban a ser Fitch, Standard and Poor’s, y Moody’s. Tampoco sabía que gobernarían los bonistas de la Autoridad de Energía Eléctrica y de la Autoridad de Carreteras. Otro que compartiría, o que arrastraría, la gobernación sería el Banco Gubernamental de Fomento en contubernio con el Departamento de Hacienda. Jamás se sospechó que compartiría la gobernación con Lisa Donahue.

Eso, mas las otras cositas que siempre surgen como contratos con edificios, falta de maestros, y una reforma contributiva que no acaba de ver la luz del día, contribuyen a debilitar la gobernación. Y lo que él nunca previó era que podría volver a ser reelecto sin esfuerzo. De gratis. El Partido Nuevo Progresista tiene una fractura en la médula espinal provocada por un candidato que no es candidato, pero que vive como si lo fuera, con un papá poderoso y hábil que parece que va a salir tapando las faltas de habilidades del candidato sin serlo, y un presidente y candidato a quien se le va a hacer muy difícil pelear y defenderse. Pedro Pierluisi insiste en ser vertical y correcto en su campaña, aunque la campaña contraria parezca estar dispuesta a pelear a tajo limpio.

Sea lo que fuere, esta administración tiene que seguir embrollándose para seguir gobernando, para poder pagar el servicio —nunca el principal— de una deuda que jamás se podrá pagar. Me dice gente que respeto, y que han servido en cargos que les facultan para opinar, que nuestra deuda es impagable.

Si la deuda es impagable, y si hay que seguir endeudándose para mantener un gobierno con visos de gobierno, ¿Quién rayos va a querer ser gobernador de un país en quiebra? Sin restarle méritos a la persona de García Padilla, su administración pasará a la historia como la peor administradora de todos los tiempos. La administración que venga no será otra cosa que la continuación de ‘Les Miserables’. Puerto Rico, mas que un gobernador, necesita un síndico liquidador para que bregue con un país en la ruina y negocie los recursos gubernamentales para saldar embrollas.

¿Qué nos queda? El aeropuerto Luis Muñoz Marín está severamente comprometido. Las autopistas no son del todo nuestras. El Puente Teodoro Moscoso es parte de la negociación de Autopistas. ¿Qué centros médicos se podrían vender ante el panorama de que no haya recursos para pagar los “seguros” para los servicios médicos? La UTIER, que conoce la intríngulis de PREPA, ¿Estaría dispuesta a privatizar PREPA y manejarla? Estas oportunidades de negocios requieren legislación. ¿Quién paga los sueldos a los empleados públicos en lo que se legisla?

Puerto Rico no está en la de preocuparse por quienes salen electos. Debemos preocuparnos por quienes nos devuelven la solvencia. Nuestros candidatos deben descollar por administradores, no por si son fotogénicos, o si pueden insultar fogosamente en las tribunas, o si levantan dinero para la campaña.

Hay que levantar dinero para Puerto Rico.