Eric Rojas / EL VOCERO

Por  César Montilla

La agria lucha en cuanto al IVA puede señalar el principio de una nueva era de independencia personal para los legisladores y los ciudadanos de Puerto Rico. Una novel libertad de criterio que promete soltar un torrente de actividad creativa, comercial y personal que nos puede desencadenar del amarre de nuestra histórica cultura de dependencia y “eñangotamiento”, que tanto daño nos ha hecho.  Esa dependencia dañina es muy parecida a la que ha sufrido la raza negra en EEUU, producto de un equivocado esfuerzo de esos gobiernos de resolverlo todo desde arriba, en vez de alentar a cada cual que se levante por sus propios pantalones.

Un veterano reportero, miembro de la Junta Editorial del Wall Street Journal, el afromericano, Jason Riley, ha escrito un libro, “Please Stop Helping Us”.  Allí, cronológicamente examina la situación cambiante de los negros en EEUU y concluye que con todas las buenas intenciones de las ayudas federales y las loables metas del “Civil Right Act”, de Lyndon  Johnson (1964), la situación de ellos es hoy inferior a la que tenían con anterioridad al 1960.

Esta sorprendente conclusión está convincentemente avalada por las estadísticas, pero más aun por los comentarios de influyentes pensadores de esa raza, como Nathan Glazer, sicólogo de Harvard, Fred Seagel, quien castiga a la izquierda por ignorar las estadísticas y otros.  Además de esos modernos, también cita al famoso Frederick Douglas quien decía que cada cual tenía que pararse en sus propios pies. El impulsaba a aquellos negros que no tenían rodillas tan fuertes a que tenían que buscar progreso por sus propios esfuerzos, aunque sin ignorar las ayudas gubernamentales, pero no depender de esas dádivas. También cita a Booker T. Washington, quien defendía la igualdad de derecho para los negros, pero insistía que era mucho más importante que se prepararan y pudieran adquirir esos derechos por ellos mismos, utilizando sus propios conocimientos e iniciativas.

Las conclusiones claras que todas las estadísticas demuestran y los consejos de ese señor y de muchos otros pensadores de esa raza, bien aplican a Puerto Rico donde el “eñangotamiento” de muchos de nuestros ciudadanos es evidente, dañino y augura muy mal hacia nuestro futuro. La dependencia de por lo menos el 50% de nuestra población en dádivas o subsidios gubernamentales nos ha robado la auto-valía, la confianza en nosotros mismo y nos empaña la visión de  nuestra realidad positiva con la neblina del “no podemos”.

Claramente una isla chiquita tiene que conocer limitaciones, pero deben ser esas indudables limitaciones las que nos impulsen a valorar nuestras ventajas y usarlas como las piedras sobre las cuales construyamos nuestra recuperación inmediata y forjemos un futuro próspero y de dignidad. Nuestras ventajas son muchas y buenas: Un pueblo educado, trabajador, bilingüe, pueblo de política recia, pero estable, acceso fácil al mundo entero y sin tener que preocuparnos por defensa, milicia o moneda.

Las mayores limitaciones son: nuestro poco tamaño y pequeña población; el complejo del “no podemos” anteriormente expuesto y la tradicional dependencia en los gobiernos omnipotentes a los cuales hay que pedirle permiso, ayuda y cooperación para casi cualquier iniciativa.  Esto se puede achacar a una rama ejecutiva tan tradicionalmente fuerte que por años dictaba la política pública con poca o ninguna objeción de la Legislatura.

La actual controversia del IVA, cualquiera que sea su resultado final, acabó con eso; ha creado una independencia legislativa, un cambio garrafal. (Que de hecho había comenzado desde el principio de la administración de García Padilla).  Hoy día cada legislador está bien consciente que su futura reelección puede depender de su voto en cuanto al IVA. Ese polémico esfuerzo de la administración, que ha sido tan mal “vendido” que ha causado rechazo universal de un público que no lo entiende y no confía en las posibles virtudes de la iniciativa.  El rechazo público ha sido tan abarcador y profundo que promete castigo hacia cualquier legislador individual que vote a favor, razón por el cual entendemos que el IVA, como está no irá, a menos que se tomen tiempo para rediseñarlo y bien venderlo (¿un año?).