Soberbia política – Por Katherine Angueira Navarro

Soberbia política

«Los exabruptos desatinados del gobernador Alejandro García Padilla en su Mensaje de Estado ante la Rama Legislativa el pasado jueves carecen del temple de un gobernante sabio que respeta la voluntad del Pueblo a través de sus voces en la legislatura»
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EL VOCERO/Carlos Rivera Guisti
Por Katherine Angueira Navarro

La soberbia y la insolencia andan de la mano. El país se hace trizas, los pedazos no hay quien los pueda zurcir, ni tan siquiera hilvanar. El gobierno actual le falta una mega-dosis de democracia avanzada para ver si llega a la orilla de lo que se supone sea un balance de poderes. Los exabruptos desatinados del gobernador Alejandro García Padilla en su Mensaje de Estado ante la Rama Legislativa el pasado jueves carecen del temple de un gobernante sabio que respeta la voluntad del Pueblo a través de sus voces en la legislatura. No se trata de estrategias de comunicación diseñadas por contratistas que son parte del problema de tirar el dinero por la borda del precipicio fiscal. Es un serio problema del contenido: tanto el texto, como el subtexto, a partir de su contexto.

Las actitudes de parte de los promotores del derrotada proyecto de ley del Impuesto de Valor Añadido (IVA) reflejan en si mismo la falta de entereza en el manejo de fondos públicos. Darle la espalda al Pueblo mientras se tejía en secreto una maniobra fiscal en cuartos vedados a la transparencia de una verdadera democracia; quedó a la altura de una dictadura del poder. El intento malsano de manipular la opinión pública a su favor escondiéndole desde el principio al Pueblo el contenido de lo que se pretendía atosigarnos sin piedad; quedó a la altura de una dictadura del poder. Los millones de dólares que llovieron para la propaganda mediática “goebbeliana” con pretensiones de atragantarnos las “bondades” de un concepto utilizado en países entre los cuales hay quienes también enfrentan quiebras fiscales; quedó a la altura de una dictadura del poder. Esconder bajo llave el contenido de los voluminosos informes de contratistas privados y el proyecto de ley; quedó a la altura de una dictadura del poder.

Requirió de la prensa y la minoría parlamentaria recurrir al Tribunal para conseguir lo que debiese ser evidente en una democracia: la transparencia del acceso a documentos públicos. El derecho a emitir una opinión informada en el debate público consagrado en el sufragio libre es lo que insufla vida a una democracia.

Demonizar a todo(a) profesional en el sector privado que no recibe un salario gubernamental tildándoles de “evasores” contributivos, despertó el monstruo de la opinión pública en su contra. Vender “castillos en el aire” de “alivios contributivos” alegando eliminarle a aproximadamente 850,000 electores, el pago de contribuciones sobre sus ingresos, mientras se pretendía arrasar con el dinero ajeno en el consumo de bienes y servicios en el sector privado, fue un suicidio político. Ni sus potenciales 850,000 electores para el 2016 pudieron frenar la avalancha que le venía para encima.

Enmendar sus acciones para crecerse ante el Pueblo, requería de un hombre de Estado ajeno a Alejandro García Padilla. Su entrada a la Rama Legislativa, luego de la derrota a su proyecto de “Reforma Contributiva”, debió ser un mensaje de apertura respetando el proceso democrático de los pesos y contrapesos entre las Ramas del Poder.
Recriminaciones dictatoriales por no haber servido de sello de goma a su propuesta, demonizando a seis integrantes de su partido político que en representación de sus constituyentes ejercieron su voto libre, subraya el carácter dictatorial de “la disciplina partidista”. El principio fundamental de la separación de poderes en una verdadera democracia avalado por la libertad de pensamiento y de asociación se hizo añicos.

El gobierno actual retrata la debacle de un territorio colonial que no ha sabido administrar con mesura la economía que artificialmente se alimentó con fondos federales de un Imperio que nos ha mantenido a raya. Las ínfulas de una vida desenfrenada de la oligarquía política se asfixia. Los peones de su tablero feudal ya no tienen de donde raspar el fondo del caldero para regalarle. Hay que virar el tablero al revés. Se hace inminente el recorte de gastos públicos. Como acto simbólico, le recomendamos al señor gobernador que de un paso al frente y entregue las llaves del Palacio de Santa Catalina al Pueblo, y regrese a su aposento en Caguas asumiendo sus propios gastos de mantenimiento, agua, electricidad, gasolina, comida, entre otros. No hace falta un palacete para poner en práctica la austeridad en momentos de crisis económicas. Hace falta sensibilidad e inteligencia para convocar a mentes brillantes a tono con las necesidades del Pueblo, y que con sus acciones le demuestren al país, que juntos construiremos un sistema económico de abajo para arriba. ¡Hay que poner el oído en tierra!

Psicóloga Social-Comunitaria

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