IVU ahora, IVA siempre, ¡tenlo presente!

IVU ahora, IVA siempre, ¡tenlo presente!

Escrito por Rissig Licha

MIAMI—El IVA iba y el IVU salía. Ello puso al pueblo y, a más de un legislador popular, de mala UVA. Ahora, el IVA no va y, el IVU, no se va.  El gobernador reculó. Donde dijo IVA, ahora dice IVU. Falta ver si el nuevo IVU de Alejandro García Padilla, es producto de la misma mala UVA que su IVA original. Si le pregunta al pueblo, la respuesta no se ha de esperar. Más de un 80 por ciento considera que cualquier imposición adicional, ya sea el IVA que iba como el IVU genéticamente manipulado que aparentemente va, son caldos de la misma UVA. Igual de malos. Avinagrados los dos. Incapaces de ganarse, pese a la propaganda oficial, la aceptación del paladar puertorriqueño que ni siquiera con vino de plátano será capaz de saborear el incomible guiso que le han servido.

No hay que ser un refinado gourmand para llegar a la misma conclusión sobre la tan cacareada cocina de autor que vende García Padilla tal y como si fuera un manjar aun cuando todos los demás creen que es una absoluta bazofia. Tanto el uno como el otro resultan ser mal acompañantes del mofongo fiscal que La Fortaleza creó.  El mismo que ahora pretende servir, a través de sus legisladores, a un pueblo que ya ha tenido que digerir una recesión que reclama, sin prisa pero sin pausa, toda una década perdida y más de un cuarto de millón de exiliados que han engrosado una diáspora que hoy suma más que aquellos que irremediablemente han quedado atrás.

Pese a ello, sigue empeñado en hacerle comer a todos desamparados insulares, por ojo, boca y nariz, el plato del día. Poco le importa su estatus.  Los trata como lo que son: rehenes de una asfixiante deuda pública superior a más de 73 mil millones de dólares. Victimizados por una obesidad morbosa fiscal producto de una dieta de larga duración y sin forma de pagar una cuenta que —con IVA, IVU o cualquier otra UVA que surja— será difícil de saldar pues, ni haciendo un serrucho con todos los nietos, biznietos y hasta tataranietos podrán satisfacer a los buitres de Wall Street. Triste cuadro que no cuadra hoy y menos ha de cuadrar mañana si los recaudos de Hacienda siguen secándose como el embalse de Carraízo.  Eso más que lo sabe hasta el propio García Padilla.

Atento a ello, La Fortaleza Catering montó hasta su propio episodio de Master Chef en el Centro de Convenciones de Isla Grande. Era el momento que todos esperaban.  Una puja gastronómica para ver si salía un plato más comestible, menos indigesto y con mayor probabilidad de éxito. A la cita acudió, García Padilla, según destacaba El Nuevo Día, con un libraco bajo el brazo para exhibir sus destrezas a través de varios platos, entre los que se destacaba un Salmorejo de Refranes.

La presentación del MasterChef Popular impactó a su audiencia. Sazonó su plato para asombro de los comensales invitados—toda la conferencia legislativa del Partido Popular Democrático, varios miembros de su Gabinete y hasta sus manejadores electorales—con citas de Franklin Delano Roosevelt, Lula da Silva, Michelle Bachelet y, por aquello, de darle un toque más exótico, hasta de Mahatma Gandhi. El mensaje colectivo era el mismo. Y, quizás por aquello de dejar constancia de que unas clasecitas de Inglés sin Barreras habían mejorado su déficit de lengua al estilo Shakespeare, hasta balbuceó un “Have no fear, Alex is here”. Pero ahí no paró.

Fiel al guión de los productores de la telerrealidad de mayor audiencia en Puerto Rico,  habló de todo pero volvió a no decir todo lo que debía. Después de todo, además de que todos saben lo que debe, tenía que ser fiel al juramento de todo cocinero de no develar todos sus secretos de cocina.  La presentación del Chef del paladar Pavadas del Jardín Hundido no resultó ser del agrado de todos.  Para pruebas bastaba analizar la foto tomada tras el plus café.  Era digna de un estudio sociológico.  Cariacontecidos todos escucharon al Chef decretar algo que desconcertó a todos: “el IVA se va, el IVU se queda y, en diciembre, ya se verá”.

Al final nadie sabía que iba.  El pelo en la sopa dejó de ser si era 16, 14 o 13.25 por ciento el contenido de sal, grasa, azúcar o calorías del plato. El ingrediente que sobraba era otro. Solo tenían que fijarse cómo, entre refrán y refrán,  el restaurador oficial sazonaba el guiso de Pava estofada con una hierba que, de seguro, iba a dejar un sinsabor en sus comensales. El misterioso ingrediente servía para que algunos pronosticaran un apoteósico final.  Algunos hablaban de que era, sin lugar a dudas, el presagio de la salida al mercado de un nuevo ensayo  que de seguro habría de titular Crónica de un Paladar por Cerrar.

El jurado internacional compuesto por Adrià, Acurio, Berasategui, Bocuse, Bras, Bayless, Nava, y los hermanos Roca reprobaba su performance y, de seguro, pedían que le quitaran el delantal a García Padilla.  Mas, a la postre, a la hora del brindis, hubieran convulsionados al escuchar el brindis de despedida.  No son pocos los que hubieran preferido un mejor brindis de cierre.  Pero ese no era el propósito.  Ni Cantaclaro hubiera superado al gobernador. Sin resquemor alguno levantó su copa y les dijo que, indiferentemente de qué impuesto sea aprobado ahora, en diciembre, antes de la llegada del Colorado del Norte—sería revisado de rabo a cabo el menú para ver cómo se podía allegar mayores ingresos al Fogón Oficial.  A todos les quedaba claro que el IVU con esteroides que había servido Alex, el Chef, no era más que un tentempié. En cartelera aparecía por vez primera un rabo encendido que de seguro habrá de encender el Fuego Popular.

En definitiva la velada gastronómica había sido un desastre. Todos se tragaron lo que le sirvieron.  Pocos mostraron contentura. Muchos echaron de menos la ausencia de uno que otro ingrediente. Y, algunos hubieran querido saborear uno que otro refrán más.  Al parecer, en su afán por vencer el reloj que marcaba la puja de Master Chef en esa jornada, García Padilla no logró atisbar, ni en el recetario como tampoco en el refranero o, si lo hizo, poco caso le prestó en su preparación del pastel impositivo —quizás por prudencia a la denominación de origen del plato—una receta que José Martí inmortalizó: “El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!”.

El IVA de Alejandro, confeccionado en los fogones fiscales de la KPMG, con el mismo sigilo con el que conducía sus asuntos la KGB, no tenía trazas genéticas de mancha de plátano. No.  Como todo lo demás que se consume en Puerto Rico era importado.  Caro. Costó una millonada multiplicada por cinco. Si bien no era de plátano, el IVA de Alejandro era más agrio que una UVA malograda. Por ello, el caldo había resultado tóxico para seis legisladores de su partido–Carlos Vargas, Luisa ‘Piti’ Gándara, Luis Vega Ramos, Ángel Matos, Manuel Natal y Luis Raúl Torres—bautizados como los Seis Chorreaos tras haberse opuesto a que el IVA suplantara al IVU.  Quizás por ello, en casa del aplatanado, obvió hablar del plátano.

La deserción de la mesa días atrás de los Seis Chorreaos durante la votación en una de las eliminatorias de Master Chef ya le había negado los votos necesarios para forzar a los puertorriqueños a pagar más por menos.  Ese traspiés culinario precisamente fue el que provocó el cónclave del Centro de Convenciones en el que García Padilla dio, sin freno, un recital de refranes en defensa de una iniciativa que cuenta con casi el repudio total de toda la población que todavía queda en la Isla del Encanto.

Al final de la agria degustación las caras daban fe de que no había garantía alguna, aun cuando se anunciaba un acuerdo, que la maceta de La Fortaleza iba a poder ablandar el mofongo fiscal en el fogón de Puerta de Tierra y menos ante el pronóstico de que los comensales puertorriqueños van a ser víctimas, una vez más, de otro asalto más a su bolsillo porque ni el IVA que iba, ni el IVU que va parecen que va a ser suficientes para satisfacer el paladar fiscal de un gobierno con poca credibilidad.

Quizás hubiera sido mejor que García Padilla hubiera seguido al pie de la letra la receta del maestro modernista y a la hora del cierre hubiera alzado su copa mientras proclamaba: “El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!».

Y, por aquello de darle un toque de su autoría, agregarle a viva voz un: «IVU ahora, IVA siempre, ¡tenlo presente”!  Así, al menos, García Padilla, en su rol de MasterChef hubiera logrado un nuevo plato con la fusión del IVA con el IVU y la UVA que, de seguro, habrá de convertirse en inolvidable

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