EL VOCERO / Archivo

Por Máximo Cerame-Vivas

Los que nos expresamos para el público a veces lo tenemos que hacer en términos muy generales, lo que conlleva graves riesgos. A mí me lo recordó un amigo muy recientemente, quien me comentó, “tú sabes muy bien que cuando se utiliza ‘todos’ o ‘ninguno’, eso en sí conlleva un error o discrimen, ya que hay zonas grises o intermedias”.

Peeero… si no nos atreviéramos a generalizar de cuando en cuando vendríamos obligados a expresarnos tan meticulosamente que nadie nos haría caso. El presidente del Senado, Eduardo Bhatia, recientemente se expresó en torno a nuestro sistema educativo y hoy le sobran moretones.

Existe la clásica discordia entre el Poder y el Saber. En el medio está, incómodamente, el Enseñar. ¿Se debe enseñar obedeciendo al Saber, o al Poder? En nuestro caso, el Enseñar conforme al Poder está en el sistema de educación pública. El Enseñar conforme al Saber está quizás un poco más desarrollado en el sistema de educación privada. De vez en cuando caen en el Poder personas de grandes dotes del Saber que desean que el Enseñar público se ajuste más al Saber que al Poder. Surgen escollos, porque el Saber no es de tradición democrática.

En el Saber se destacan los que más aprovechan el Saber: los ‘valedictorians’ que hacen el discurso de despedida en las graduaciones, los suma cum laude, los catedráticos distinguidos, los altos honores, las medallas por asignatura, y
muchas otras distinciones. Eso no es democrático, sino discriminatorio. El diploma es lo más uniforme. Los diplomas de grados son pasaportes a mejores distinciones, puestos de trabajo y sueldos. Tanto así que el diploma se codicia más que el conocimiento que ese diploma se supone que certifique y represente.

El diploma hoy vale más que el Saber. Cualquier requisito que se imponga sobre el diploma es anatema. Hoy lo que hay que buscar son diplomas, no sabiduría. Es lo que estamos viendo.

El elector oportunista entiende que está en manos del Poder eliminar todo escollo que requiera Saber para lograr el diploma que anhelamos y necesitamos todos. No se debe enfatizar el inglés. Nada de mucha matemática. ¿Ensayos?

Yo no tengo que ensayar más, ya yo me lo sé. ¿arte y cultura? Eso es cosa de blanquitos popof. Y entonces… alguien en el Poder levanta la bandera del Saber y aboga por un mejor Enseñar.

¡Adiós mis cuartos! Is that for real? C’est vrai? Que un presidente del Senado se esté interesando en la excelencia académica en las escuelas nos da, a los parejeros académicos como yo, un sentido de que no todo está perdido en este país, que todavía hay algunos en el Poder que estén abogando por el Saber, buscando como defendernos de la Segunda Ley de Termodinámica para que se posponga nuestro encuentro con una mayor entropía o caos, inevitable en este universo. Siempre consideraremos loable quien restaure los diplomas para que signifiquen Saber y no meramente “pasar”.

Recuerdo una resolución del Senado allá para mayo de 2011 en la que se felicitaba a unos estudiantes de una escuela pública local por haber pasado los Exámenes de Aptitud de Puerto Rico por primera vez tras haberlos tomado y fracasar en los nueve intentos anteriores. Yo entendía que las escuelas educaban para que los estudiantes lograran pasar sus exámenes. Me equivoqué. Aquel Senado resolvió felicitar a la escuela cuyos estudiantes, tras nueve intentos consecutivos, al fin lograran pasar el examen. Wow! ¡El Senado otorga resolución felicitando a aquellos que, en su décimo intento, pasaron un examen!

No creo que el Senador Eduardo Bhatia hubiera firmado esa resolución.