EL VOCERO / Archivo

Por: Máximo Cerame-Vivas

En Puerto Rico a algunos “líderes” de nuestro país no les importa fastidiarnos para salirse con la suya. En mis tiempos, “salirse con la suya” significaba lograr la barrabasada que se quisiera lograr, no importa cuántas víctimas directas o indirectas se llevaran por el medio, ni cuánto se trampeara.

Hace más de una generación (una generación son veinticinco años) que el gobierno viene siendo res de la que se puede abusar para beneficio propio. Para algunos, trabajar para el gobierno significaba lograr un empleo, hacer lo menos que se pudiera en ese empleo (a lo que le decíamos virar huevo), meter la mano hasta el hombro, acumular hasta la edad de retiro, y después disfrutar de una hamaca.

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Claro, esos solo pensaban en su comodidad, y su comodidad nunca era negociable. Es la filosofía del “jaiba”, del “astuto” o del “clever”, que logra su “guiso” permanente. Es el vivir “del cuento” y creerse que el gobierno es solo “para sacarle”.

Para algunos, decir que algo es “del gobierno” significa que no es de nadie. Que se puede vandalizar, robar o destruir. El gobierno es ente vacuo, impersonal, que ni sufre ni padece. Por eso algunos de los que controlan el gobierno se convierten en seres tan abusadores. Y si al gobierno le faltara dinero después del abuso, nada: simplemente se hace un préstamo, o se vende deuda, que es lo mismo. Se flota una emisión de bonos. Juan Del Pueblo no conoce de esto, y ni le va ni le viene. Eso es de allá, del “gobierno”.

El gobierno es esquizofrénico: tiene doble personalidad. Por un lado es una institución noble y correcta cuyo deber ministerial es servir al país y al pueblo. Por otro lado es un club privado y quienes lo manejan tienen todo el poder para atropellar a los contrarios políticos o a los que se atrevan a señalar las trampas y los abusos que cometen. Omerta es el código mafioso que dicta que todos sus miembros mantendrán absoluto silencio ante cualquier intervención fiscalizadora. Llegue usted a su propia conclusión en cuanto a quienes practican omerta entre nuestros “jefes”. Han jurado al secreto absoluto respecto a trampas.

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Veamos solo un caso. La “luz” es asunto del gobierno. La Autoridad de Energía Eléctrica ha sido dueña y señora de sus asuntos internos. Constitucionalmente no se puede endeudar. Pero le puede pasar su deuda a sus usuarios. Su “padrino” era el Banco Gubernamental de Fomento, pero quienes pagamos somos nosotros. Sí, tú y yo.

La deuda gubernamental anunciada al público es de alrededor de $167,460,000,000. Sí, son nueve sitios para los ceros, como una derrota absoluta en un partido de pelota. Puerto Rico tiene alrededor de 3,725,789 habitantes. Si usted en su calculadora de bolsillo divide $167,460,000,000 entre 3,725,789 obtiene que cada uno de nosotros, bebés recién nacidos, estudiantes, adultos y ancianos debemos la friolera de $44,946. Redondee a $45,000 si se le hace mas cómodo. Jamás se le ocurra pensar que esa deuda es del “gobierno”. Esa deuda es de nosotros, y la tendremos que pagar con impuestos y truquitos que se inventen imaginativamente los líderes gubernamentales que nos embrollaron y nos la impusieron. Y se están considerando más préstamos. Préstamos que hay que pagar con intereses que ya casi llegan a usura. El gobierno, aunque insolvente, tiene que buscar chavos para beneficiar a las casas de corretaje que tramitan esos prestamotes.

Más vale que comencemos a pensar cómo sería un Puerto Rico sin luz eléctrica; a oscuras y sin refrigeradoras. A bacalao sala’o seco.