Cuando la mentira desplaza a la verdad, se entra en la zona de la desconfianza. La confusión colinda en la frontera del caos, sino se frena. Provocar un estado temporero de desorganización para mostrar su capacidad en superarla es un cuchillo de múltiples filos. No olviden que lo(as) afectado(as) tienen la capacidad para descifrar los entornos del discurso de la alegada “crisis”, para identificar, nombrar y diseñar estrategias para lidiar con la situación que les violenta su tranquilidad, y resguardarse de la tempestad. Si el caos es de tal magnitud que toma vida propia creciendo sin control, quienes lo provocan puede que la llama que han encendido, se les salga de las manos . Jugar con fuego es volátil.
La situación fiscal actual que enfrenta Puerto Rico se mantiene como un enigma. La falta de transparencia es la orden del día. La fragmentación de información dispersa e inconexa es la leña que alimenta el fuego. Los códigos secretos para descifrarlo están en manos ocultas que mueven las fichas del tablero a su antojo, buscando un fin desconocido para el público en general. ¿Nuestros gobernantes son totalmente ineptos e incapaces del plato gordo que tienen ante si ó son las marionetas perfectas de quienes perpetúan la oligarquía criolla? ¿Cuál será su “jaque mate” ? Los indicadores de sus jugadas están ahí. Solamente hay que saber leerlas.
Teóricos del “caos” esbozan etapas cíclicas del funcionamiento de sistemas sociales: estabilidad, desorganización o caos, reorganización y estabilidad. La cohesión psico-social descansa en “las relaciones entre las alianzas y competencia entre las facciones dominantes”. El desorden de un sistema depende del “grado de desequilibrio, su nivel de inestabilidad e inseguridad”… “La estabilidad de un sistema está enmarcada en límites circunscritos, traspasados éstos, el sistema se desestabiliza”…Es decir, “traspasado el umbral”… “el sistema se vuelve ineficaz”. En la sobrecarga en la fase psico-social del “caos”, hay sectores que siguen “fiel al paradigma cultural” a pesar que la experiencia le está indicando unas anomalías que su sistema ya no funciona. “…Una vez (se) atraviesa un umbral, se traspasa un punto de no retorno y la gente comienza a decir basta ya”. (G.H.M. La teoría del caos y los movimientos sociales, rebellion.org, 28 junio 2005.
Grandes revoluciones nacieron de momentos de inestabilidad en que la gente explotada tomaron las riendas de su destino. En el siglo XVIII, la Revolución Francesa y la Revolución por la Independencia de las 13 colonias en Norte América ejemplifican la ruptura con el abuso del poder monárquico de sus súbditos empobrecidos. En Puerto Rico, guiados por su afán electoral, quienes nos llevan por la calle de la amargura, se rigen por la noción populista de que “en río revuelto ganancia de pescadores”. Por un lado, como aves de rapiña, los buitres partidistas acechan a la orilla del río, azuzando a retomar el desgastado tema del estatus político de Puerto Rico como la solución del problema de la mala administración que llevó al gobierno a gastar más de lo que tiene, tomar prestado sin fuente de repago, despilfarrar sin límites, y hasta robar las arcas públicas. Evidentemente, se les escapa que de sobra existen ejemplos de ciudades en los EEUU de Norteamérica, como Detroit y Chicago, y países independientes como Grecia, España y Argentina que enfrentan sus propias quiebras. Eso no quita, que en esencia, la mentalidad del colonizado(a), se perpetua a partir del sentido de impotencia para solucionar sus propios problemas socio-políticos y económicos. Por otro lado, sindicalistas esbozan consignas desafortunadamente fuera de contexto de cómo los fideicomisos de sus pensiones se capitalizan en el mercado de valores. Por supuesto, tampoco faltan economistas al servicio de quienes ostentan el poder político justificando artimañas para que el pueblo cargue sobre sus hombros los desmanes de la elite política.
Mezclar la confusión al servicio del miedo, como ecuación para pasarle la factura a un Pueblo que no tomó parte del “festín”, es un arma volátil. El peligroso libreto de abonar hacia la debacle fiscal, clamando por el impago de la deuda pública, para luego pagar, garatas entre funcionarios de gobierno, mientras se extienden contratos millonarios a “expertos jugadores internacionales” como si Puerto Rico contara con un pozo sinfín de fondos, acelera el caos, no solamente en la esfera financiera, sino en el ámbito socio-políticos. Es predecible que la situación de precariedad económica ante el desempleo, alza en desahucios, y alza en tarifas de servicios básicos deficientes, posiblemente se reflejará en el aumento en la violencia. A los arquitectos del caos: ¡Quién juega con fuego, se quema!
You must be logged in to post a comment Login