EL VOCERO / Archivo

La Legislatura de Puerto Rico se apresta a darle la razón a los que piensan que los puertorriqueños somos truqueros, chanchulleros y gandíos.

Nadie nos cree. El mercado no nos cree, por eso no nos presta. Las casas evaluadoras de crédito no nos creen, por eso nos degradan. Los inversionistas no nos creen, por eso nos van a demandar hasta en el tribunal celestial.

Y los oficiales del gobierno federal tampoco nos creen. ¿Por qué Orrin Hatch, presidente de la Comisión de Finanzas del Senado federal, le dijo a Melba Acosta que “si no nos trae estados financieros auditados no puedo ayudarlos?” Porque no nos cree.

Y ahora, como si esa crisis de credibilidad en las que nos han metido no fuera suficiente, los representantes del Pueblo quieren asestarle otro golpe a nuestra ya maltrecha palabra, precisamente truqueando con estadosfinancieros.

El proyecto 1454 aprobado por el Senado el martes, pretende cambiar las reglas de contabilidad aplicables para permitir que las cooperativas financieras que tengan entre sus activos bonos de Puerto Rico puedan mentir y defraudar oficialmente a sus socios, a los reguladores y al mercado en general sobre la realidad de su situación financiera.

Estas cooperativas, como tantos otros inversionistas institucionales e individuales en la Isla y fuera de Puerto Rico, compraron cantidades significativas de bonos del gobierno; bonos que antes valían mucho y que ahora, después de todas las degradaciones, valen una fracción de su valor original. O sea que, como tantos otros bonistas, estas cooperativas han cogido tremenda pérdida gracias a la debacle financiera que la presente administración ha provocado, particularmente en los pasados dos años y medio.

Pues el proyecto les permite a estas cooperativas, y a ellas solamente, no tener que reportar esas pérdidas en sus estados financieros y, peor aún, no tener que hacer las correspondientes reservas de capital para cuando realicen las pérdidas.

Lo que esto quiere decir, en palabras sencillas, es que a partir de esta ley estas cooperativas van a poder “maquillar” sus estados para ocultar la realidad de su situación financiera.

Como es natural, tanto el Colegio de Contadores Públicos Autorizados como el Comisionado de Instituciones Financieras tronaron contra el proyecto ante la posibilidad de que se aprobara tan monstruosa burla a los principios más básicos de transparencia en la contabilidad financiera.

Pero los reclamos y las advertencias de estos expertos no son nada al lado del apetito reelectoral de los políticos que tenemos en la Legislatura (empezando—da pena decirlo—por el propio presidente del Senado) quienes acarician todos los votos cooperativistas que puedan pescar, no importa cuán absurdo es el reclamo que hacen las cooperativas mediante este proyecto.

Lo irónico del caso es que contrario a lo que argumentan las cooperativas proponentes, este proyecto, que ahora pasa a la consideración de la Cámara, es una bomba de tiempo contra los mejores intereses de sus socios.

Si las cooperativas siguen operando como si nada no obstante el hecho de que sus activos han bajado sustancialmente en valor, más temprano que tarde van a confrontar la quiebra. Y cuando quiebren, Cossec, que no tiene ni remotamente las reservas para cubrir los depósitos asegurados, no va a poder evitar que los socios pierdan sus ahorros de toda una vida. Y ese será el día en que muchos de ellos se enteren de que sus ahorritos no están garantizados por el Federal Deposit Insurance Corporation.

Ojalá ese día no llegue. Pero si llega, acuérdese, socio cooperativista, de los políticos que hoy le dijeron que pasaron este proyecto para protegerlo a usted.