A todos los puertorriqueños, en cada rincón de nuestra Isla, nos ha quedado claro que Puerto Rico atraviesa por una situación económica sin precedentes que nos impacta adversamente a todos los que vivimos aquí.
En los pasados años hemos presenciado cómo la crisis ha provocado la separación de miles de nuestras familias que se van en busca de mejores oportunidades en los estados, forzadas a emigrar a razón de más de ochenta mil personas anualmente, según estimados.
Durante este tiempo, hemos sido testigos de decisiones del gobierno que parecen no tener ni pies ni cabeza. Por un lado, vemos a un Gobernador sin capacidad, totalmente enajenado del Pueblo y, por el otro lado, una Legislatura cuyo liderato flojo y tímido ha permitido y aprobado decisiones y medidas que nos han llevado a un precipicio de quiebra y desesperanza.
El Partido Popular ha sido incapaz de promover la unidad de propósito—ni siquiera de ponerse de acuerdo dentro de su propio partido—para de alguna forma atender los retos fiscales que enfrenta el gobierno y promover iniciativas coherentes que nos ayuden en la recuperación económica. Sin sentido de urgencia o responsabilidad social, ha sido incapaz de concertar la unidad de todos los sectores para enfrentar la crisis, provocando en vez que estemos como un barco a la deriva en medio de una tormenta.
El Partido Nuevo Progresista, al igual que otros grupos de nuestra sociedad, ha estado haciendo los señalamientos por mucho tiempo, dejando claro que el camino por el cual nos llevan es un callejón sin salida. El liderato del PNP ha presentado propuestas, alternativas, legislación, y asistencia en el cabildeo a nivel federal. Incluso se ofreció, aunque sin éxito, a aportar en la discusión para lograr el consenso con la presente administración sobre aquellas medidas que puedan estabilizar nuestras finanzas.
El tiempo se nos acaba y ha llegado el momento de que como Pueblo cambiemos de ruta y enfrentemos los retos con la unidad de propósito necesaria para lograr la transformación que Puerto Rico reclama.
Si alguna lección hemos aprendido de todo lo que hemos estado atravesando como Pueblo, es que las elecciones Sĺ tienen consecuencias. Y como tienen consecuencias es nuestro deber ciudadano participar con un gran sentido de responsabilidad.
Yo sé que tú, amigo lector, estás de acuerdo conmigo en que el propósito de la democracia no es “ganar por ganar” sino contribuir a echar adelante a Puerto Rico superando los problemas que hoy nos aquejan. Hoy sufrimos el resultado de nuestro voto directo: en Fortaleza está el que los votantes escogieron, y en la Legislatura tenemos los que no han podido ponerle freno a las políticas irracionales e irresponsables del primero. En consecuencia, vamos de mal en peor, sin un mapa claro de cómo salir del atolladero.
En pocos días comienza oficialmente nuestro ciclo electoral y nuestro Pueblo tendrá la oportunidad de ejercer su derecho democrático de escoger las mujeres y hombres que figurarán como candidatos a distintas posiciones en los partidos políticos, desde la Gobernación, a la Asamblea Legislativa, hasta los gobiernos municipales. Para mí la transformación que Puerto Rico necesita debe comenzar desde esa caseta donde se ejerce el derecho al voto.
Nuestra clase política tiene que transformarse y dejar atrás la vergonzosa imagen que arrastra para convertirse en una herramienta del Pueblo, donde la sensatez, la responsabilidad social y la búsqueda de soluciones colectivas sean el orden del día en nuestra política. ¿De qué vale o para qué sirve el poder político, si nuestra gente tiene que salir de la Isla a buscar las oportunidades que no consigue aquí?
Basado en ese convencimiento, he tomado la determinación de participar activamente en la transformación de Puerto Rico, aspirando a un escaño en el Senado de Puerto Rico en las próximas elecciones.
El PNP puede y debe ser el instrumento que nuestro Pueblo utilice para adelantar nuestras aspiraciones colectivas. En las primarias, la voluntad del pueblo siempre se debe respetar y el interés colectivo debe siempre estar por encima de cualquier interés individual. Solo así lograremos la unidad para crecer, la fuerza para vencer y el mandato para reencaminar a nuestro Pueblo hacia la ruta de la prosperidad económica y social.
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