La recién nombrada jueza presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico (TSPR), licenciada Maité Oronoz Rodríguez, se acaba de pegar con el premio gordo de “Powerplay” de $3,750,000, a pagarse a razón de $125,000 anuales por los próximos 30 años; aparte de su plan médico, escolta, vehículo y pensión. Al cierre de una semana cargada de noticias que sitúa a Puerto Rico sobre la cuerda floja del precipicio fiscal, el gobernador Alejandro García Padilla anuncia la designación de la jueza asociada Oronoz Rodríguez a presidir el más alto foro judicial en un momento de profunda complejidad fiscal socio-política. Su carnet de presentación: heredera de la oligarquía política del PPD. Su aparente misión: servir de ancla al PPD por más de 30 años en la Rama Judicial cuya hegemonía perdió ante la nueva mayoría nombrada bajo la gobernación de Luis Fortuño (PNP).
Con 39 años de edad, la licenciada Oronoz Rodríguez potencialmente se convertiría en la primera mujer en ocupar la presidencia del TSPR, por el tiempo más prolongado. Su linaje entre la élite política, junto a su juventud, se torna en su mayor atractivo; a pesar de su experiencia limitada. Quienes mueven las fichas del poder político, buscan garantizar mantenerlo entre unas familias que se han labrado sus nichos de privilegios. El caudal de abogadas(os) probadas(os) que han dejado su estela en la trinchera judicial, jamás tendrían la misma oportunidad de competir por sus méritos para ocupar la cúpula de la Rama Judicial. Las activistas que enarbolamos la bandera de equidad de género, nos utilizan para abrirle el camino a la élite como símbolos de su lucha.
La élite política se protege de la debacle fiscal que azota al resto del país, usando de pancarta los ideales que otras forjamos.
Nuestra lucha por adelantar los derechos de nosotras las mujeres exigiendo igualdad en oportunidades, nos obliga a ser críticas de la forma en que se les abren puertas a algunas, mientras a otras se les trancan. Independientemente que las designaciones a la Rama Judicial dependen del acceso político-partidista, no es menos cierto que se debiese aspirar a nombrar personas cuya preparación académica ha sido la zapata para encaminarse profesionalmente, habiéndose puesto a prueba ya su madurez en enfrentar la vida. El mayor reto de las(os) jóvenes adulta(os), es reconocer que se hace “camino al andar”, en lugar de ser lanzada(os) como “paracaidistas” desde el privilegio de clase, casta o grupo. Ocupar posiciones en cuyas manos están determinaciones que afectan la vida de los(as) demás requiere tener la sensibilidad y empatía al haberse caído, raspado las rodillas, para ver cómo se levanta, mientras sanan las heridas. Si se tratase de nombrar a una mujer con una trayectoria conocida en la lucha por los derechos de las mujeres, ¿por qué no nombrar a una activista?
Cada quien se tiene que dar a respetar por la sapiencia adquirida que solamente la vida nos imparte. No podemos quedarnos silentes, observando cómo una mujer que se acerca a sus 70 años, la licenciada Liana Fiol Matta, se ve obligada a dejar la presidencia judicial antes de tiempo para brindarle la oportunidad a que el gobernante nombre a una joven mujer de 31 años menos, por ser heredera de la élite política del PPD. Las tres mujeres que se han sentado en el TSPR, las juezas Miriam Naveira Merly, Liana Fiol Matta y Anabelle Rodríguez Rodríguez, previo la designación de la licenciada Maité Oronoz Rodríguez, dieron su lucha para abrirse campo forjando su hoja de servicio antes de llegar al TSPR. A diferencia de las expresidentas Naveira Merly y Fiol Matta, en lugar de llegar a presidir el TSPR en la cúspide de su trabajo jurídico, a la designada Oronoz Rodríguez se le dará la oportunidad de oro de desarrollar su carrera jurídica entera sentada desde el palco más alto de la Rama Judicial -desde su presidencia-.
Puerto Rico se encuentra en una encrucijada compleja para que nuestro destino se juegue en el tablero de la élite política de quienes nos arrinconaron. Pasan la batuta a una nueva generación brindándoles en bandeja de platino a sus heredera(os), su lugar de privilegio. Se premia a la jueza Oronoz Rodríguez con la grave responsabilidad de delinear un nuevo camino para renovar la Rama Judicial. Con los tiempos difíciles que se avecinan, ¿estará a la altura para trazar nuevas alianzas con la mayoría de jueces nombrado(as) por el partido de oposición? ¿Podrá jamaquear los cimientos del pensamiento jurídico abriendo nuevos horizontes a tono con los tiempos? ¡La historia la juzgará!
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