Por Ing. Carlos I. Pesquera, Pre candidato PNP a Comisionado Residente
Puerto Rico entero tiene que reconocer que don Luis A. Ferré abrió camino en muchas áreas que han resultado vitales para nuestro desarrollo social y económico. Con su lema “Los humildes son primero” Ferré estableció derechos y protecciones que garantizaron el bienestar y calidad de vida de los trabajadores, siendo el primer gobernador en establecer una política de alivio contributivo. Siempre consecuente con la visión de un gobierno enfocado en la justa distribución de las riquezas, desarrolló el concepto del bono de Navidad.
“La Patria no es bandera, ni es himno, ni es ruido. La Patria es esfuerzo creador, es sentido de responsabilidad social, es respeto a la razón y es amor a la libertad.” Y no solo dijo estas palabras, sino que las vivió. Luis A. Ferré nos enseña a ser consecuentes con nuestra verdad.
El primer recuerdo que tengo de Ferré fue durante su campaña para gobernador, cuando yo era adolescente. Mi hermano se había quedado a pie de camino a la escuela. El entonces candidato iba pasando en caravana y, al percatarse de la situación, se ofreció para llevarlo en la caravana hasta la escuela, que quedaba de camino. Luis A. Ferré nos enseña a hacer lo ordinario de manera extraordinaria.
Pocos recuerdan que antes de fundar el PNP o ser electo gobernador, Don Luis había sufrido dos derrotas electorales, sin ser derrotado él. Todo lo contrario: en un momento de estancamiento, tuvo la valentía de fundar un nuevo partido que renovara la lucha por la estadidad, rompiendo así con la hegemonía del partido colonial PPD. Luis A. Ferré nos enseña a nunca claudicar.
Don Luis siempre extendió su consejo y apoyo donde se le necesitara. Durante la planificación y construcción del Tren Urbano, fue de gran ayuda con los congresistas relacionados al proyecto. Luis A. Ferré nos enseña que la grandeza se encuentra por igual en grandes obras y pequeños gestos.
En momentos en que buscamos respuestas ante un porvenir incierto, la figura de le sirve de guía a Puerto Rico. En mi caso, elegí el servicio público para aportar a una nueva realidad de justicia y bienestar para este pueblo y estoy convencido de que cada uno, cada una de nosotros, tiene la capacidad y la obligación de aportar lo suyo. Don Luis, maestro, tu memoria y enseñanzas siguen iluminando a Puerto Rico.
Finalmente, es inevitable hacerme la pregunta: ¿Qué hubiese hecho don Luis para evitar la crisis? Estoy seguro de que, con su experiencia de empresario, no hubiese permitido que se operara un gobierno en déficit año tras año. Don Luis hubiese sido un digno representante de los puertorriqueños en Washington y en New York; y, siguiendo su lema “la razón no grita, convence”, hubiese logrado una intervención oportuna y ventajosa para Puerto Rico. Pero, más que todo, don Luis nunca hubiese permitido que el buen crédito, que con tanto sacrificio de generaciones ganamos, lo perdiéramos bajo su gobierno. Es esa seriedad, responsabilidad y firmeza, lo que necesitamos hoy para salir de esta crisis que pudimos haber evitado.
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