Como dice el refrán, “no importa como lances al aire al muñeco de los siete, siempre caerá sentado”. Esa es la única lección que le ofrecen a todos los que aspiren a un puesto electivo por el Partido Popular: “ante todo, siempre tengan alertas los siete para tratar de caer sentados”. Los entrenan para que digan lo que sea, se inventen lo que sea o den el paso pa’lante o pa’trás. Sin sonrojarse, con tal de salir del paso. Basta con verlos y escucharlos. A diario, son los protagonistas de una comedia de disparates que, en vez de hacer reír, indigna.
La semana pasada, denuncié lo evidente. ¿Dónde está David Bernier? La colonia se hunde. El desgobierno del PPD hace todo lo posible para acelerar el hundimiento. Nada cuadra. Todo sale peor. En este desgobierno no hay estrategias coherentes ni sensatas. Pero en medio de todo ese desastre ¿dónde está Bernier, el candidato a la gobernación y presidente del Partido Popular?
Nuestra denuncia fue contundente y aceptada por todos. Bernier tuvo que salir de su “escondite”. Aprovechó el tradicional “carguete” de algunos medios de prensa para darle protagonismo a su momentáneo figureo. Le escribió una carta a su mentor, García Padilla, solicitando que pospusiera la implantación del IVA que el mismo Bernier impulsó y defendió como Secretario de Estado de este desgobierno, cuando no era ni pensaba ser candidato a la gobernación. Puro aguaje. Bernier tiene la posición y el poder para impartir instrucciones a la conferencia legislativa del PPD para legislar esa posposición y hasta su derogación. De hecho, bastaba con que ordenara a sus legisladores que consideraran la legislación que el PNP tiene presentada para ese propósito. No lo hizo. Se quedó corto. Su única intención fue la de siempre, tratar de caer sentado, diciendo lo que sea con tal de salir del paso.
Buscando mayor dramatismo, ese mismo día también repartió fuete exigiendo que se castigue a los responsables de cualquier irregularidad en la repartición de las becas presidenciales en la UPR. No miró, no hizo puntería, no hizo distinciones de clase alguna. Su propósito no fue ser justo con el inocente ni fuerte con el culpable. Su única intención desesperada fue hacer un acto de autobombo a costillas de quien sea y aparentar distanciamiento de su desgobierno. Tratar de demostrar que existe y que no está escondido. Nadie lo dude, si realmente hay culpables de algo en ese asunto, Bernier sabe muy bien quiénes son. Tiene acceso a esa información.
Bernier también se quedó callado en otros asuntos fundamentales de la semana pasada como la vista congresional sobre la quiebra del ELA; los vientos que soplan hacia una junta de control fiscal federal para colocar en sindicatura al desgobierno del que él mismo ha sido y es parte; y el impago de su desgobierno por los servicios de educación especial que deben recibir cientos de miles de niños y adolescentes.
Su agotamiento emocional, tampoco le permitieron expresarse sobre la apresurada e injustificada confirmación senatorial por descargue del nombramiento de la nueva juez presidente del Tribunal Supremo. Una chapucería legislativa que se ejecutó sobre el nombramiento más importante que la Constitución le permite confirmar al Senado de Puerto Rico. Los propios senadores populares admitieron que dieron ese “tajo” por razones político-partidistas. Al día de hoy, sin embargo, Bernier no ha dicho ni pío. Peor, la prensa tampoco le ha preguntado a pesar de que como presidente del PPD, Bernier también es el presidente de la conferencia legislativa popular. Mucho menos le han preguntado si él creyó por lo menos algún capítulo de la novela de suspenso y terror que se inventó Bhatia para tratar de justificar tan cuestionable acción legislativa.
Vuelvo a preguntar: ¿Realmente, alguien cree que Bernier está capacitado para ejercer la gobernación en los momentos más difíciles de la historia de Puerto Rico?
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