Cuando se comenzó a hablar con certeza de que el Congreso se encaminaba a aprobar legislación para imponer una junta federal que interviniera directamente con la administración del ELA, la primera reacción de los colonialistas fue la de siempre; tratar de jugar con las palabras; de hacer creer que las cosas son distintas a lo que realmente son. Primero decían que no sería una junta de “control” fiscal sino una de “supervisión”. Como si fuese alguna diferencia. De ahí saltaron a la cantaleta de proteger la soberanía o la autonomía del ELA, o como ellos quieran llamarle.
Lo cierto es que la junta federal por imposición congresional es una posibilidad, precisamente, porque el ELA es una colonia. El Congreso no tiene autoridad constitucional para imponerles juntas federales a los estados de la Unión, pero sí a sus territorios coloniales. Dentro de los estados, quien único puede imponer juntas de control fiscal son las legislaturas estatales sobre las ciudades o municipios en crisis económica. Si alguien tenía dudas de la absurda, denigrante y limitante condición colonial de Puerto Rico con el ELA, pues vea cómo los líderes colonialistas ni siquiera se atreven cuestionar esa autoridad del Congreso sobre el ELA.
Estipulada esa sumisión colonialista del PPD, entonces comprendemos que lo único que puede hacer cada líder colonialista es tener su propia versión de lo que debería ser esa junta. Suplicar, mendigar o pedirles a sus aliados en el Congreso que saboteen la aprobación de la junta, si la misma finalmente no les satisface. No hacen, ni dejan hacer. Mientras tanto, Puerto Rico continuaría a la deriva.
Los colonialistas han llegado al extremo de plantear la lista de “Santa Clós”. Que nos den una ley de quiebras que le permita al ELA decidir a quién le paga, a quién no le paga y cómo se pagaría, si algo; incluso menoscabando garantías constitucionales y obligaciones contractuales que ofreció el mismo ELA cuando le tomó dinero prestado a la gente para sostener su fracasado espejismo de lo mejor de dos mundos. Que nos den fondos federales adicionales o en paridad y programas de incentivos pagados por los contribuyentes de los 50 estados, sin que Puerto Rico tenga nada que aportar al Tesoro como lo hacen los ciudadanos en esos estados. Ahhh!!! Pero todo eso, sin que se le quite poderes o facultades al gobierno del ELA. El que tenemos actualmente, sin embargo, es un chiflado custodio sin credibilidad del “quebrado patrimonio nacional” y la “soberanía de agua” de este fracasado entuerto colonial. Por poco lo colonialistas hablan claro. Lo único que les faltó pedir en su lista de deseos fue que nos traten igual que a un estado, pero sin que se mencione la palabra estadidad. Si algo están demostrando los colonialistas, sin darse cuenta, es que mientras más se parezca Puerto Rico a un estado, las cosas estarían mejor. ¿Entonces por qué no acaban de reconocer que lo que Puerto Rico necesita es la estadidad?
Washington DC no se va a meter a bregar con los entuertos de esta colonia para quedar mal después de adoptar poderes que también les impondrían enormes responsabilidades con los resultados. La fuerza de gravedad los llevaría a buscar y aportar el dinero que haga falta, cuando ellos mismos se percaten de que sin lana no hay abrigo. Es decir, mientras más poder ejerza esa junta, mayor sería el compromiso, la responsabilidad y la obligación del gobierno federal de buscar y aportar lo que haga falta. Ejercer grandes poderes de administración y fracasar, los condenaría al ridículo. Por el contrario, mientras menos poderes tengan esa junta federal, menor sería la obligación y la responsabilidad de Washington DC en aportar lo que sea necesario. Esa es la encrucijada. De lo que sí podemos estar seguros es que mientras en Washington DC vean que la responsabilidad primaria de buscar soluciones es del gobierno colonial del ELA, entonces allá continuarían sacando el cuerpo y rehuyendo responsabilidad por los resultados.
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