Por: Kike Cruz, analista de NotiUno

Lejos de ejercer su liderato, aunque sea cada cual en su lugar y responsabilidad, se han dedicado desde el principio a echar culpas y no ofrecer soluciones efectivas.

Me refiero al binomio del gobernador Alejandro García Padilla y el presidente del Senado, Eduardo Bhatia.

Recuerdo bien claro al hoy presidente del Senado decir el mismísimo día de la toma de posesión de Alejandro García Padilla como gobernador de Puerto Rico, que “él (Bhatia) no iba a ser un sello de goma”. En aquel momento lo critiqué, por lo fuera de tiempo en que hacía esas expresiones y hoy lo critico por haber sido el sello de goma del gobernador. A casi siete meses de finalizar este nefasto cuatrienio, Eduardo Bhatia le ha aprobado prácticamente todo a Alejandro.

AGaPito ahora es el Dictador Sin Ley Ni Constitución

Durante el cuatrienio, se han dicho hasta “chupeta”, se han saludado fríamente en el Capitolio, se han criticado mutuamente, en fin muy bien pudiese uno creer que el gobernador es popular y las cámaras legislativas son de otro partido de oposición. Sin embargo en los momentos críticos, de legislaciones que han impactado al pueblo, que le han subido los impuestos o que ha sido necesario aprobar un nombramiento o legislación en altas horas de la madrugada, mientras unos pocos duermen, o mientras ellos han maquinado estas teorías de conspiración, Eduardo Bhatia siempre ha estado ahí para brindarle la mano al gobernador.

Por eso han llegado a ser la pareja dispareja en este cuatrienio, en su partido.

Muchos allegados no los entienden, porque detrás de todas esas “perretas” se han apoyado mutuamente en innumerables ocasiones. Fuentes de entero crédito todavía me cuentan que el gobernador si le ofreció a Eduardo una silla en el Tribunal Supremo y que Eduardo le pidió que esperara hasta mayo, a lo cual el gobernador no accedió y dio nacimiento la novelesca teoría de conspiración en las altas horas de la noche.

Si analizamos el perfil educativo y profesional de ambos, Eduardo le da dos vueltas a Alejandro sin que este se dé cuenta. Sin embargo, en la política es Alejandro quien le ha dado las dos vueltas a Eduardo y este ni cuenta se dio.

Si bien como dice el compañero de Análisis 630, el doctor José Saldaña, “nos ha tocado el peor gobernador, en el peor momento histórico de Puerto Rico”, también nos han tocado dos cámaras legislativas bien ‘ñangaras’.

Yo hubiese esperado a un Eduardo Bhatia más fuerte en el juego de piernas, más asertivo, con sus propios asesores que retaran a los de la quiebra dura y la crisis humanitaria de Alejandro. Lamentablemente no fue así. Aquel senador que el día de la toma de posesión dijo que no iba a ser un sello de goma, se convirtió en un presidente del Senado que alardeó mucho, ladró mucho, amenazó mucho y al final, y a la postre, se ‘juyó’ de la toma de decisiones inteligentes, difíciles y duras que había que tomar.

Se supone que haya un balance de poder y que mediante ese balance de poder se subsanen las fallas. En este caso el Partido Popular domina todo, sin embargo ese liderato legislativo ha sido nulo. Alejandro y los “chicos del play-yard” han implantado se estrategia de más impuestos a todo dar. Eduardo por su parte los ha aprobado todos, sin mediar, sin analizar el impacto tan devastador a nuestra ya alicaída economía. Podríamos decir que Eduardo ha sido cómplice de este desastre.

La pregunta que nos hacemos es ¿por qué ahora dice que el equipo económico del gobernador falló? ¿Por qué en esta etapa del juego? Luego de aprobarle todo.

Alejandro dice que es por las primarias, yo no creo. Entiendo que Eduardo tiene su sitio seguro en las primarias y que está mirando más allá, más allá… como cuando Bernier pierda.

Escribiendo esta columna recuerdo las innumerables ocasiones en que Eduardo nos dijo que no se iba a aprobar un impuesto más, para luego aprobarlo. También recuerdo las veces que Alejandro lo fustigaba, para luego pedirle los votos y clavarnos con otro impuesto.

Al final y a la postre, ambos han improvisado y con mucha probabilidad en otra vida terminen como hermanos gemelos, vestiditos iguales en el balcón de alguna casa en el campo de Puerto Rico. Aun cuando han sido la pareja dispareja, ambos tienen una dependencia el uno del otro impresionante. Se necesitan mutuamente.

Lo que sí es claro es que Puerto Rico no depende de ninguno de los dos para echar hacia delante y mucho menos para progresar. Una pena porque de estos dos hermanos de partido, sus correligionarios esperaban mucho. Lo que nadie esperaba era tantos impuestos a la trágala.