“Impagable” – La Gran Mentira de AGP siguiendo a sus Asesores Chavistas

“Impagable”

Desde que los ideólogos y los demagogos comenzaron a corear que la “…deuda es impagable” advertí por todos los medios a mi disposición sobre la falsedad de tal aseveración. Lo que es impagable, explicaba yo, es el gobierno que han creado los partidos políticos en esta isla.

Hoy se anuncia que la Universidad de Puerto Rico (UPR) ha sido demandada por su propio fideicomisario, el US Bank, encargado de velar por los ingresos pignorados para el servicio de la deuda de la universidad del Estado. Una buena parte de los bonos emitidos por la UPR generaron recursos para refinanciar deuda vieja y financiar deuda nueva. El pago de esa deuda está garantizado por los ingresos que la institución recibe por el pago de matrícula.

El US Bank advierte en la demanda incoada ayer en el tribunal federal que los ingresos de matricula han sido desviados para otros propósitos. Es obvio que la UPR ha seguido órdenes provenientes del gobernador para incumplir con sus obligaciones. El gobernador ha puesto en marcha una estrategia, a mi juicio equivocada, dañina, contraproducente y reveladora del curso nefasto que ha tomado el gobierno de Puerto Rico en lo que se refiera al manejo de las finanzas públicas.

Mediante una frase que esconde la realidad de la situación fiscal, el gobierno pretende mantener el gasto al ritmo previo a la crisis pagándolo con los recursos destinados al cumplimiento de las obligaciones del Estado y sus dependencias. A esa irresponsabilidad los políticos del partido de gobierno y otros oportunistas periferales, le llaman “poner la gente primero” y “garantizar los servicios esenciales”.

El discurso político es poco menos que pura basofia. El gobierno ha violado y echado a un lado la ley que le gobierna, v.gr., la Constitución. Esa ley, mediante la cual nosotros, el pueblo, limitamos al gobierno para evitar que se convirtiera en tirano, hoy no es más que un estatuto federal. La destrucción ha sido posible por el ataque del propio gobierno de Puerto Rico y por la acción congresional solicitada por el Presidente de los EEUU.

Hoy Puerto Rico enfrenta una realidad tenebrosa. Un futuro de limitaciones y vergüenza está esperando a la vuelta de la esquina. El gobierno en su totalidad perdió el respeto de los mercados de capital. La palabra que antes fue garantía, hoy no vale el papel en que se escribe. La falta de entendimiento general y particular nos ha llevado a perder el crédito. La costumbre de los partidos, y la ausencia de liderato y conocimiento, impiden que se corrija el rumbo. El país continúa escuchando propuestas que no son otra cosa que más de lo mismo que nos está hundiendo. Se pretende apagar el fuego, echándole cubos de gasolina.

Las promesas de los candidatos a puestos electivos, presentados por los partidos o independientes, no son otra cosa que propuestas de gasto adicional, adornadas con frases inconsecuentes y tontas. En síntesis, los candidatos y los partidos nos dicen que el estancamiento de la economía se resuelve haciendo que la economía crezca. ¿No me diga usted? Nos explican que el desarrollo socio-económico sostenido y sustentable se alcanzará mediante un gobierno transparente, participativo, equitativo e inclusivo. Tal desarrollo será producto de un plan.

El plan no conllevará sacrificios para nadie. Bueno, para nadie que no sea los que ya estamos sufriendo las consecuencias del descalabro fiscal. Los que han sido despojados de sus ahorros. Los que han sido empobrecidos por vía de un esquema fraudulento que ha provocado la bancarrota del banco del gobierno. Una bancarrota que surge del desfalco permitido contra el banco por el propio dueño, v.gr., el gobierno. Los explotados hasta ahora seguirán sufriendo porque, aunque no se diga de esa forma, no cualificamos para la categoría de prioridad designada. Es decir, no somos “gente”. Por si no nos habíamos enterado, el gobierno no está para servirnos a nosotros. No, está para que nosotros le sirvamos. Hemos llegado al punto de partida. Hemos creado un tirano.

En fin. La deuda es pagable. Lo que no es pagable es el gobierno que tenemos. Por eso, a la larga, de una forma u otra, habrá que pagar. Ahora bien, el tiempo y la demografía son crueles. Quién pague y a qué coste, aún no lo sabemos con certeza. Lo que sí sabemos con toda certidumbre es que esta vez no vendrá nadie de afuera a pagar por nosotros.

Chupémonos ésta en los que nos mondan la otra.

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