En Cuba se debate actualmente el uso de la bandera de los Estados Unidos por parte de la población cubana. Es un fenómeno que no solo se ve en la Habana. En toda la isla se está viendo, y aunque viene desde hace años, últimamente ha adquirido caracteres epidémicos. Tal parece que la bandera americana, que ha entrado a Cuba y ha sido aceptada por un sector grande de la población, se le adelantó al capitalismo. Intelectuales cubanos han debatido sobre esto por los últimos años y hasta se discutió en un documental que hace unos meses se difundió por la televisión cubana: La Bandera y la Guerra de Símbolos.

Prendas de ropa con la bandera americana se ven a diario por las calles de Cuba. Mujeres y hombres la llevan en pantalones, camisas, carteras, zapatos deportivos, gorras y pañoletas. Incluso, se ha visto la bandera de los Estados Unidos izada en carros de piraguas, bicicletas, taxis y carros privados, en motoras y en muchos balcones y techos de las residencias cubanas. Por si faltaba algo, tatuajes con la poliestrellada también los hay. El pueblo cubano la ha adoptado sin miedo a sanciones o represalias por parte del gobierno de Cuba.

Esto es un fenómeno que existía antes de los acuerdos entre el gobierno de Raúl Castro y el gobierno de Barack Obama. Sin embargo, los acuerdos jalonaron este movimiento que se estaba desarrollando, casi imperceptiblemente como se desarrollan todos los movimientos que se mueven en el sustrato histórico antes de salir a la superficie, y ahora es una moda que se manifiesta abiertamente por todo el país y la gente lo hace en plena cotidianidad de sus vidas.

La pregunta es necesaria que nos la hagamos, ¿esta manifestación obedece a una identificación ideológica? Aunque desde el siglo XIX en Cuba ha habido un movimiento anexionista fuerte, como los mismos intelectuales cubanos del documental lo reconocen, creo que es más un sentido de admiración hacia los Estados Unidos como país que una expresión puramente política. Admiración a su cultura, su sistema político y las libertades civiles que allí habitan y que la ciudadanía, en general, disfruta y valora.

Todo ser humano tiene unos símbolos con los que se identifica y la bandera es uno de ellos. Los cubanos se han identificado con la bandera de los Estados Unidos sin dejar de identificarse con la bandera cubana ni renegar de su cubanía y nacionalidad cultural. La cercanía geográfica entre los dos países, su historia de colaboración e intercambio que comienza a finales del siglo XVIII y que luego en el XIX devino en un movimiento político fuerte para hacer de Cuba un estado de los Estados Unidos, como lo demostró con bisturí preciso Raúl Cepero Bonilla en su libro Azúcar y Abolición, es parte, a su vez, de este fenómeno que tiene más características de cultural que de político.

Como pasa en Puerto Rico, igual que en otros rincones del planeta, la nueva generación de cubanos tiene otros elementos de identidad y este es uno de ellos que podría, también, significar como un advenimiento a la modernidad. Por ser la cultura americana una fuerza avasalladora, porque con ella va una serie de elementos como la música, el cine, la tecnología y la moda, es que vemos estos efectos secundarios que en nada afectan a la cultura cubana. Como acertadamente lo ha demostrado el antropólogo Néstor García Canclini en su libro La Globalización Imaginada, los tiempos de la autoctonía son algo en peligro de extinción. El hibridismo cultural es ley y orden en el mundo. Y sobre esto Cuba y Puerto Rico no son la excepción.