Una correcta acción por el magisterio

EDITORIAL

Una correcta acción por el magisterio

• Editorial, EL VOCERO
• 14/03/2019
•  11

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La decisión del gobierno de concederles plazas permanentes a 2,500 maestros transitorios da respuesta a un asunto trascendental de justicia laboral, a la vez que contribuye a eliminar la experiencia caótica que vive el Departamento de Educación —al inicio de cada año lectivo— en el proceso de recontratar a estos abnegados servidores públicos.

Esta acción debe alcanzar su etapa culminante con la inclusión de los alrededor de 1,500 educadores transitorios restantes que, de inmediato, no figuran en la lista de los que recibirían la permanencia.

Desde el punto de vista fiscal, la adjudicación de las plazas debe fluir sin inconvenientes, porque como explicara la secretaria Julia Keleher al momento de hacer el anuncio junto al gobernador Ricardo Rosselló, la agencia cuenta con una partida de $946.5 millones para cubrir tanto a la plantilla adicional como a los 23,038 maestros activos en la actualidad.

Educación debe asegurarse, de igual forma, que con el inicio de sus puestos permanentes estos obtengan todos los beneficios marginales y el mismo aumento de $125 mensuales concedido a los maestros regulares desde el tercer trimestre del año pasado. A esto debe seguirle un proyecto mediante el cual cada año se produzca un mejoramiento a los maestros, muchos de los cuales tienen todavía un salario muy por debajo de $2,900 mensuales.

La regularización de estos maestros contribuye en suma a la estabilidad del sistema educativo, más aun porque serán para las áreas de difícil reclutamiento, en particular educación especial.

Con este reconocimiento de la permanencia, el Estado avanza en la valoración del derecho a la educación, porque ayuda a dar al maestro y a sus estudiantes el lugar que les corresponde a la hora de establecer las prioridades del presupuesto anual.

El presupuesto 2018-2019 de Educación asciende a $3,498.5 millones, de los cuales $2,583 millones provienen del Fondo General y asignaciones especiales estatales y $915.6 millones son de fondos federales.

Con un poco más o un poco menos, ese es el patrón presupuestario anual que se ha mantenido en esta última década, precisamente cuando la educación pública como sistema registra uno de sus más dramáticos declives. Es inconcebible que con todos los recursos a la mano este haya sido el resultado. Un resultado que es urgente revertir con acciones que destinen las principales partidas del presupuesto a la enseñanza, en la que son imprescindibles gestores los maestros y maestras del País.

Planteábamos que la asignación de estas plazas atiende un asunto de justicia porque busca terminar con la odisea que viven miles de maestros que se han pasado tres, cinco, diez y hasta quince años en este estatus transitorio.

Una gran parte de ellos ha demostrado una entrega total a la misión de la enseñanza. Más allá del salón de clases, está evidenciado el récord de muchos de estos educadores y educadoras dando la milla extra, coordinando eventos de enriquecimiento académico, artístico y cultural para sus alumnos. Figuran tomando iniciativas para llevar a sus planteles recursos profesionales externos para aportar al mejoramiento del conglomerado escolar. También organizando eventos que involucran a la escuela con las necesidades vitales de su entorno, de la comunidad.

Estos maestros transitorios, que cada año han vivido una especie de limbo —pero que han perseverado por su compromiso con la educación— se merecen un cambio real en su estatus laboral y en su calidad de vida.

La inversión en ellos es la inversión en la construcción de una mejor educación y de un mejor país.