Voto presidencial – Thomas Rivera Schatz, Presidente del Senado

Voto presidencial

Voto

En los sistemas democráticos solamente se hacen sentir, y solamente cuentan, aquellos que ejercen su derecho al voto. Eso es lo que más respetan los líderes políticos del mundo democrático, el poder del voto.

Candidatos presidenciales, congresionales y sus jefes de agencias federales sienten escalofríos cada vez que se acerca una elección presidencial. La condición colonial del ELA, sin embargo, ha impedido que los ciudadanos americanos de Puerto Rico tengan ese gran poder del voto para elegir o rechazar a los funcionarios federales que toman decisiones sobre nuestras vidas y derechos. Electoralmente, con el ELA, hemos sido una colonia impotente, sujeta a lo que gente en Washington DC por la que no votamos quieran hacer o deshacer con nosotros. Con el ELA, vivimos cruzando el río de piedra en piedra, suplicando, sujetos a la voluntad, la generosidad y hasta los prejuicios personales de funcionarios federales.

Mientras los afroamericanos y las mujeres no tenían derecho al voto en Estados Unidos, poca atención les prestaban en la capital federal. De hecho, cada vez que afroamericanos o mujeres reclamaban su derecho al voto, se les trataba con indiferencia y algunos congresistas y presidentes consideraban ese reclamo como un absurdo. Pero ambos grupos, en vez de acomplejarse y desalentarse, insistieron, lucharon, hicieron presión y lograron su derecho al voto en elecciones federales. Hoy, ningún político en la capital federal se atreve a ignorar el poder de los votos de afroamericanos y mujeres.

Puerto Rico tiene más población que 21 estados de la Unión. Por lo tanto, tendríamos más votos que esos estados para elegir o derrotar a presidentes en los Estados Unidos. Incluso, tendríamos una delegación en el Congreso mayor que esos 21 estados. Indudablemente, Puerto Rico sería una de las fuerzas electorales más respetadas en las elecciones federales. Un poder que no hemos utilizado por culpa del ELA y del Partido Popular, que prefiere continuar jugando a un falso nacionalismo que solo nos ha llevado a la crisis y la quiebra colonial.

Este pueblo cambió las reglas del juego. El ELA ya no tiene el mandato del pueblo. A partir del plebiscito de 2012, la voluntad democrática y la autodeterminación de los ciudadanos americanos de Puerto Rico quedaron abrumadoramente expresadas en las urnas: el 54% de los electores votó expresando su rechazo a la condición territorial y colonial del ELA y el 61% votó afirmando su reclamo por la estadidad. Esos son los mandatos electorales vigentes del pueblo soberano. Ese mandato constituye, incuestionablemente, un fin público.

Siguiendo ese mandato electoral, la Asamblea Legislativa aprobó el pasado año la Ley Núm. 12 de 2018 de la autoría del presidente de la Cámara de Representantes, Johnny Méndez. Esta ley dispone que —a partir de la próxima Elección General de 2020— los puertorriqueños también tendremos una papeleta de voto presidencial. Votaremos para elegir al presidente de Estados Unidos. Nos expresaremos con votos y lucharemos hasta que se nos cuenten esos votos. Así es que se exigen y logran derechos en esta Nación, votando.

La Primera Enmienda de la Constitución federal protege “el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para exigir al gobierno la reparación de agravios”. El ejercicio del voto presidencial que promueve nuestra ley de 2018 constituye una acto constitucionalmente protegido para exigir al gobierno federal la reparación del agravio de la privación del derecho al voto federal de los ciudadanos americanos de Puerto Rico y para que se les reconozca el derecho a votar por el presidente que rige sus vidas.

El futuro, la calidad de vida, los derechos humanos y hasta el acceso a servicios de salud de 3.2 millones de ciudadanos americanos nacidos en Puerto Rico no deben y no pueden continuar siendo soslayados en la capital federal, mientras la calamidad del colonialismo continúa destruyendo sus empleos, sus negocios, sus ahorros, sus pensiones y hasta su unidad familiar como resultado de una emigración masiva provocada por la crisis colonial de un ELA que fracasó irreparablemente.

El ejercicio del derecho al voto presidencial en Puerto Rico a partir de las elecciones de 2020 constituye una expresión decisiva para reclamar y defender los derechos civiles y humanos de los ciudadanos americanos de Puerto Rico frente a la desigualdad y las desventajas coloniales.

La historia nos enseña que, en la cultura política americana, los derechos no se suplican. Los derechos se exigen y se demandan. A Puerto Rico le ha llegado la hora de exigir los derechos de igualdad política y socioeconómica que le corresponden dentro de la Unión y la ciudadanía americana. Se acabó el “Ay bendito”. ¡Votemos!

Thomas Rivera Schatz

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