El enemigo de la estadidad – Mario Ramos, Historiador

10/08/2019 | Filed under: Campaña | Posted by: Francisco

OPINIÓN

El enemigo de la estadidad

Mario Ramos, Historiador 04/10/2019 Facebook Twitter Email

Plebiscito — Miembros del PNP celebran junto al entonces gobernador Ricardo Rosselló la victoria de la opción de «estadidad» en el «plebiscito para la Descolonización Inmediata de Puerto Rico», en el 2017.Carlos Rivera Giusti / EL VOCERO

Puerto Rico se ha convertido en un paraíso para los grandes intereses, pero en un infierno para los pobres y la clase media. Es lo que ahora se llama, paraíso fiscal. Donde las compañías extranjeras obtienen todos los beneficios del gobierno, incluyendo el incentivo contributivo. Ese incentivo también ha sido logrado por líderes del PNP. Ricky Rosselló —a través de su cabildero Manny Ortiz y de Prfaa— trabajó para que estas compañías obtuvieran los mayores beneficios contributivos posibles dentro de la precariedad económica que vive Puerto Rico.

Resulta que al erario las exenciones contributivas a los grandes intereses le cuestan sobre $20 billones en contribuciones. Ese dinero que estas compañías no pagan es pagado por el pueblo que, a su vez, recibe un servicio deficiente de su gobierno. Los gastos en salud, educación escolar y universitaria, seguridad pública, mantenimiento de la infraestructura, energía eléctrica y acueductos son pagados por el pueblo con excesivas contribuciones. A mayor ganancias menor la contribución. El paraíso fiscal tiene efectos políticos favorables a la actual condición política de Puerto Rico. Crea riquezas, pero no crea empleos.

Las exenciones son un modelo completamente ajeno a la estadidad que ayuda a perpetuar el estatus de territorio. La política de no pagar contribuciones es la mayor injusticia que se le puede hacer a la clase trabajadora puertorriqueña y al pequeño y mediano comerciante, porque los incentivos contributivos deben basarse en los beneficios a la comunidad, a la cantidad de empleos creados o por crearse, a las inversiones de capital y las empresas locales. Lamentablemente, el gobierno de Puerto Rico no requiere nada de eso y, peor aun, Ricky Rosselló fue parte de ello y ayudó a reafirmar la actual condición política.

Como hemos dicho anteriormente, de un ingreso tributable de $45 billones el pasado año las empresas foráneas pagaron solo $1.7 billones. O sea, el .04%. Una cantidad insultante al pueblo que todavía vive las penurias causadas por el huracán María. Sin embargo, peor que la temperatura del infierno, cabilderos pagos por el gobierno de Ricky Rosselló insistieron en que se mantuviera a Puerto Rico como jurisdicción extranjera para propósitos contributivos. Lo que nos hubiera convertido en territorio incorporado, de haberse incluido a Puerto Rico en la reforma fiscal, los cabilderos —por órdenes del gobernador— trabajaron para beneficiar a los grandes intereses.

El PNP debe decidir si quiere ser el partido de la igualdad y la democracia o el partido de la reafirmación territorial como lo hemos visto en los pasados tres años. De optar por lo último seguiría siendo un partido de presupuesto y clientelismo, y de espaldas a los principios rectores de antaño cuando Luis A. Ferré y Carlos Romero Barceló lo dirigían. Seguiría siendo un partido que solo usa la estadidad para propósitos electorales y momentáneos. O sea, sería el partido de la contradicción permanente.

La reforma contributiva federal aprobada en 2017 fue para que todo el mundo pague lo que le corresponde. Mucho dinero no llegaba a las arcas federales por la cantidad de exenciones contributivas perjudiciales a los mejores intereses de la nación. De hecho, en dicha reforma las farmacéuticas establecidas en Puerto Rico salían bien. Es por eso que no hubo oposición de ninguna de ellas a que la reforma se hiciera extensiva a Puerto Rico.

Un hecho que quedará en la historia —no solo como una infamia, sino como un retrato de lo que es un colonizado— fue cuando Ricky Rosselló, en su afán por lograr que Puerto Rico se convirtiera en un paraíso fiscal, pidió ayuda a Aníbal Acevedo Vilá y Alejandro García Padilla paras juntos ir al Congreso a oponerse a la extensión de la reforma fiscal a Puerto Rico. Dos colonialistas consumados que acompañaron al niño gobernante a Washington y a sus espaldas combatieron la estadidad con argumentos cargados del peor prejuicio.

Como si eso fuera poco, al llegar el presidente Donald Trump a Puerto Rico —luego de María— el gobernador dio instrucciones de que solo se usaran banderas de Puerto Rico y se escondiera la de los Estados Unidos. Algo inexplicable cuando los puertorriqueños somos ciudadanos americanos y cuando hace poco se enarbolaron banderas americanas en las calles de Hong Kong donde miles protestaron por las políticas de represión que sufren. No sabía Ricky que casi dos años después el pueblo se tiraría a la calle enarbolando esa misma bandera y pidiendo su renuncia. Todo ello por ilusa y tercamente creer que en el territorio no incorporado un mejor Puerto Rico es posible.