Transformación pública y privada por el Covid-19 vino a quedarse – Por Carlos «Johnny» Méndez

05/27/2020 | Filed under: Gobierno | Posted by: Francisco

OPINIÓN

Transformación pública y privada por el Covid-19 vino a quedarse

Carlos “Johnny” Méndez Núñez, Presidente de la Cámara 26/05/2020

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El Covid-19 ha cambiado dramáticamente la manera en la cual nos vamos a socializar y trabajar en Puerto Rico por los próximos años. Los cambios sociales y económicos asociados a la pandemia han sido rápidos y profundos. En cierta manera, medidas como el toque de queda y el distanciamiento social, necesarios para detener la propagación de este virus, han venido a cumplir una de las grandes promesas de la era informática de los años noventa: el trabajo remoto.

Aunque poco a poco comencemos a reabrir la economía, la realidad es que muchas empresas han desarrollado plataformas que permitirán a sus empleados trabajar desde sus hogares sea a tiempo parcial o completo. Esta tendencia no debe cambiar mucho, aun levantándose las actuales restricciones. ¿Qué significa esto y cuál será su efecto en la nueva economía local? Esa es la pregunta que tenemos que hacernos.

El tener más personas laborando desde sus residencias equivale en un menor costo operativo para las compañías; menos pago de utilidades (agua, electricidad) y alquiler, entre otros gastos. Con esta realidad, es muy posible que experimentemos una marcada reducción en el número de locales ocupados para hacer negocio, particularmente entre las oficinas de servicios profesionales. Esto, a su vez, trae un problema de flujo de dinero en la economía. Los ahorros generados por estas empresas serán pérdidas en ingresos al erario público. Menos gente en la calle, equivale a menor gasto en comidas y gasolina, por ejemplo. Menos locales comerciales significa, además, menor ingreso en patentes para los municipios y en contribuciones para el gobierno central. A esta ecuación se debe añadir el impacto social en nuestra gente. El cambio es significativo.

Otra área que tenemos que estudiar bien de cerca es el comercio al detal. Las compras por Internet, otra promesa de los noventa, se está cumpliendo casi en su totalidad en nuestra Isla. ¿Qué sucederá con los espacios de tiendas al detal en los cascos urbanos y en los centros comerciales? Si se reduce la demanda, no cabe duda de que también bajará el número de comercios, provocando un ajuste que probablemente incluya el cambio en el enfoque de estas áreas comerciales.

Otro producto de esta realidad es que esperamos una gran abundancia de espacios residenciales disponibles. Muchos cascos urbanos tendrán nuevas unidades disponibles lo que nos permite una oportunidad para reenfocar los centros tradicionales y moverlos hacia zonas híbridas entre vivienda y comercio, como está sucediendo en las ciudades de Baltimore, Maryland y Richmond, Virginia.

El distanciamiento físico ha sido un catalítico para mayores espacios abiertos, más parques, menos cemento. Lugares como el complejo deportivo Hipólito Robles, en Fajardo, y los parques Luis Muñoz Rivera y Luis Muñoz Marín, en San Juan, volverán a ser opciones de ejercitarse y centros de atracción como lo fueron décadas atrás. Autocines, facilidades que asociamos con los años cincuenta, tendrán un resurgir inesperado. De hecho, ahora mismo se encuentra en construcción un autocine en el municipio de Naguabo.

La transportación colectiva, algo que como sociedad hemos impulsado por los últimos 50 años, tomará un paso atrás debido a que no provee medidas de seguridad viables. Guaguas de la Autoridad para el Transporte Integrado (ATI) correrán a un 25 por ciento de su capacidad, lo que provocará más viajes, aunque exista menos empleos.

El gobierno también se está ajustando. En la Cámara de Representantes adoptamos un protocolo para las labores remotas y algunas de estas funciones pueden ser extendidas para acoplarnos a la nueva realidad. Lo mismo está ocurriendo en la rama judicial y el ejecutivo.

Esto no debe ser por mucho tiempo, necesitamos la gente en la calle. Necesitamos actividad social y económica, aunque sea diferente. Por eso tenemos que buscar alternativas para solucionar esto que nos viene encima.

Lo que sucede en estos momentos es que todos estos cambios han tenido un impacto económico —hasta principios de mayo— de unos $6,600 millones. Por nuestra condición colonial y territorial, no tenemos las herramientas para mitigar estas pérdidas. Necesitamos que el gobierno federal nos asista mientras la Legislatura junto al Ejecutivo delineamos un programa para ayudar lo que seguramente es una transición sostenida y duradera. Negar este hecho es condenar a nuestro pueblo a estrategias sin sentido y acciones irreales que costarán más a corto y largo plazo.