Mensaje al Congreso – Por Kenneth McClintock

Mensaje al Congreso

Congreso

Con la radicación de otro proyecto sobre el estatus político de Puerto Rico, dos conocidas congresistas enviaron un mensaje importante al electorado puertorriqueño: de controlar su partido la próxima Cámara y el próximo Senado, el Congreso demócrata se enfocará en aprobar legislación para atender el estatus político de la Isla.

Más allá de enfocarnos en el contenido del proyecto radicado por las congresistas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio, que se une a otros proyectos sobre el mismo tema, Puerto Rico puede y debe enviar un mensaje claro al Congreso. La gobernadora Wanda Vázquez Garced y nuestra Asamblea Legislativa, en unión al presidente y candidato a gobernador del PNP, Pedro Pierluisi, nos proveen el medio para, unidos, enviar ese mensaje claro y robusto con la aprobación de la Ley 51.

La Ley 51 nos convoca a votar, por primera vez en nuestra historia, en un referéndum idéntico al de todos los territorios que consultaron a sus respectivos pueblos antes de peticionar a congresos anteriores para su admisión a la Unión. En todos los referéndums de estatus anteriores durante el pasado medio siglo, el de 1993, el de 1998, el de 2012 y el de 2017, cometimos el error de no seguir el ejemplo de los territorios convertidos en estado que nos precedieron. Si a ellos les funcionó el mecanismo que utilizaron, ¿por qué rechazamos en el pasado ese mecanismo y nos inventamos otro?

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Los referéndums de los territorios que nos precedieron hicieron una sola pregunta uniforme: “Estadidad, sí o no”. Ningún territorio le pidió permiso al Congreso para consultar a sus respectivos pueblos. Mucho menos le pidieron dinero al Congreso para hacer la consulta. No necesitamos “aval”, no necesitamos financiamiento. Solo necesitamos voluntad.

Acá cometimos durante los pasados cincuenta años el error de formular preguntas rebuscadas, de añorar por referéndums “avalados” por el Congreso y, peor aun, pretender que el Congreso pagara la consulta.

Pese a esos errores, el PNP que gobernó durante aproximadamente la mitad de los pasados cincuenta años se atrevió consultar al pueblo. El PPD, que gobernó durante aproximadamente la mitad de esos mismos cincuenta años, jamás convocó una consulta porque evidentemente temía y teme cuál sería la voluntad expresa del pueblo.

La Ley 51 nos permitirá acudir a las urnas en o antes del 3 de noviembre, contestar una sola pregunta simple, idéntica a la de territorios que nos precedieron por la puerta ancha de la admisión a la Unión, Estadidad sí o no. Esa fue la misma pregunta con la cual lograron la admisión todos los territorios que consultaron al pueblo.

¿Cómo se construye una mayoría robusta por el sí? Con los votos de los electores del PNP y los votos adicionales de simpatizantes del Partido Popular Democrático. ¿Qué votantes del PPD? Con los que apoyan la unión permanente y sienten incomodidad con el soberanismo del alcalde Charlie Delgado y de la alcaldesa Carmen Yulín Cruz, enviará un mensaje poderoso al próximo Congreso.

De acuerdo a muchas encuestas, el 75% de los simpatizantes del PPD no son soberanistas y no quieren separarse de los Estados Unidos. Cada elector popular, con la cuarta papeleta, puede decidir si deja que Charlie o Yulín hablen por todos los populares o si, votando sí en la papeleta, le envía su propio mensaje directo al Congreso, que no quiere soberanías, no inventos, que quiere la única unión permanente que existe.

El gobierno federal, tanto en el Ejecutivo, como el Legislativo como el Judicial, han hecho claro que Puerto Rico sigue siendo un territorio llamado “Commonwealth”, tal como las Islas Marianas del Norte son un territorio que se ha querido llamar “Commonwealth”, y tal como cuatro estados que han seleccionado no llamarse “State of…” sino “Commonwealth of Massachusetts”, “Commonwealth of Pennsylvania”, “Commonwealth of Virginia” y “Commonwealth of Kentucky”. No importa el nombre escogido, somos lo que somos.

Como territorio, la Cláusula de Propiedades, o cláusula territorial, como preferimos llamarla con vergüenza y rubor, dice que el Congreso puede “disponer de” o gobernarnos (como hace con la ley Promesa) o, bajo la cláusula anterior, admitirnos como estado. Por tanto, la unión que disfrutamos por 122 años desde que las fuerzas militares estadounidenses entraron al entonces barrio Guánica del municipio de Yauco no es permanente. Solo votando sí por la admisión en el referéndum del 3 de noviembre podremos alcanzar la única unión verdaderamente permanente.

Solo una mayoría robusta a favor del sí constituiría el mensaje al Congreso que debe emanar de Puerto Rico tras la radicación del proyecto Velázquez-Ocasio el mes pasado.

Kenneth McClintock

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