«Afalta de votos, alboroto»: Carlos Romero Barceló
Buscando repetir glorias pasadas, cuando el pueblo logró la renuncia de Ricky Rosselló de la gobernación, las últimas protestas no han logrado llenar en absoluto las expectativas. Pues el verano de 2019 era contra un gobernador que hasta su propio partido le dio la espalda y en las actuales circunstancias es contra una compañía de la que los abonados reciben un servicio deficiente, pero que es consabido que en cualquier momento puede llegar a la normalidad y el sentir de frustración y coraje desaparecer.
Entre los líderes que participaron en las protestas se encuentran agitadores profesionales, gente que cometen actos de vandalismo, líderes independentistas con doble moral política; pues mientras ejercen su derecho de expresión que les garantiza la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, por otro lado guardan silencio por los sacerdotes que arrestan en Nicaragua; por el encarcelamiento que la dictadura de Cuba comete contra el pueblo que protesta pacíficamente y de la Venezuela de Nicolás Maduro, que ha cerrado todos los medios de prensa opositores a la política pública del gobierno.
Líderes del Partido Independentista Puertorriqueño, como Juan Dalmau y María de Lourdes Santiago, y de Movimiento Victoria Ciudadana, como Rafael Bernabe, Ana Irma Rivera Lacén y Mariana Nogales -todos ellos en silencio permanente con la falta de libertades en Nicaragua, Cuba y Venezuela-, ejercieron su derecho de expresión que les garantiza la Constitución de los Estados Unidos y la de Puerto Rico.
Una cosa que se vio en la protesta y que lacera la retina moral del pueblo fue ver a Oscar López entre la multitud. El hombre que fue miembro activo de la FALN, que estuvo preso por actos de terrorismo y que su grupo, mediante comunicado público, se hizo responsable de las bombas que en 1975 explotaron en Frauces Tavern en Nueva York, donde murieron cuatro personas y otras cincuenta resultaron heridas y que siempre estuvo contra el proceso democrático, protestaba por las interrupciones del servicio eléctrico, a sabiendas de que su ejercicio de expresión está protegido por ambas constituciones.
A Oscar López lo acompañaban personas con simbología comunista y la imagen del Che Guevara en sus camisas. Es incomprensible que estas personas, que también defienden el sistema cubano, donde no hay apagones porque el pueblo no tiene luz, prefieran la imagen de una persona como el Che, que nunca ganó una batalla, y no la de Gandhi, que sin disparar un solo tiro derrotó al imperio británico. Mientras el guerrillero argentino-cubano mataba sin piedad, el líder hindú predicó que el amor a la patria y el amor al prójimo se potencian recíprocamente y fueron fundamentos esenciales para la independencia de su país.
Un dato que evidenció la agenda y las intenciones de los organizadores de la protesta fue la expulsión, con intentos de agresión física, del presidente de la Cámara, Tatito Hernández, con gritos de “proamericano”, “estadista” y otros adjetivos de carácter político adversativos a la ideología de los líderes organizadores.
Esta agresividad verbal se fue calentando a medida que entraba la noche. La ausencia de la luz del sol y la pobre iluminación en las calles facilitaba la fechoría vandálica. Piedras, botellas y huevos lanzados a los policías en cumplimiento del deber, reto a la autoridad, destrucción de propiedad privada y pública, destornilladores y una pala para sacar los adoquines de la calle y lanzarlos como proyectiles contra los miembros de la uniformada son evidencia irrefutable de hasta dónde pudieran llegar estos grupos de algún día obtener el poder.
Todo este conato de motín, que un pequeño grupo ha perpetrado, afectó la industria del turismo en Puerto Rico, pues líneas de cruceros han evitado que sus barcos lleguen a nuestros puertos para que los pasajeros no se encuentren con los tumultos que se están desarrollando. Esto, por supuesto, afecta el comercio del Viejo San Juan, pues muchos de los visitantes -extranjeros y locales-, por temor a una agresión física, prefieren ir a otros lugares y no a la vieja ciudad.
El ejercicio del derecho de expresión es amplio, pero no absoluto y sus limitaciones son a base de la doctrina de tiempo, lugar y manera. La Policía de Puerto Rico tiene una obligación por ley de proteger el derecho constitucional de los manifestantes a expresarse, pero también tiene el deber de proteger vidas y propiedad, y las agresiones físicas y el vandalismo que vimos en las protestas, con intención de subvertir el orden y afectar el Estado de derecho, no pueden tener cabida en nuestro sistema democrático.
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