La farsa del ELA colonial – PUNTO DE VISTA, Por Rafael Cox Alomar

PUNTO DE VISTA, Publicado en el Nuevo Día, Por Rafael Cox Alomar

martes, 26 de julio de 2022
La farsa del ELA colonial
A propósito de la avalancha de falsedades que en días recientes hemos venido escuchando, tomo prestado el título de la previsora obra del insigne Vicente Géigel Polanco para desmentir las principales falsedades del ideario colonialista. (Véase “La farsa del Estado Libre Asociado” (Editorial Edil: 1972)).
Primera falsedad: El ELA garantiza la unión permanente.
¿Por qué es falso?
Porque el Congreso, conforme sus poderes plenarios bajo la Cláusula Territorial de la Constitución federal, puede disponer (o zapatearse) de Puerto Rico ahora mismo si quisiera. Lo hizo con las Filipinas en 1946, lo puede hacer con Puerto Rico en 2022. La única fórmula que garantiza la unión permanente es la estadidad, así como las únicas fórmulas que garantizan la inviolabilidad de nuestra soberanía son la libre asociación y la independencia.
El Congreso, conforme sus poderes plenarios bajo la Cláusula Territorial de la Constitución federal, puede disponer (o zapatearse) de Puerto Rico ahora mismo si quisiera, escribe Rafael Cox Alomar. (Archivo)
Segunda falsedad: Los pilares del ELA son la común defensa, el mercado común, la moneda común y la ciudadanía americana.
¿Por qué es falso?
Porque la común defensa no llegó con el ELA. Llegó 54 años antes que el ELA, cuando el general Nelson Miles por órdenes del presidente William McKinley invadió y ocupó Puerto Rico en 1898.
Porque ni el mercado común ni la autonomía fiscal llegaron con el ELA. Llegaron 52 años antes que el ELA, por mandato de la Ley Foraker de 1900. (Consúltese los Casos Insulares resueltos en 1901).
Porque la moneda común no llegó con el ELA. Llegó 53 años antes que el ELA, por orden del gobierno militar americano en 1898-99.
Y porque la ciudadanía americana tampoco llegó con el ELA. Llegó 35 años antes que el ELA, conforme estableció la Ley Jones de 1917.
Tercera falsedad: El “Commonwealth-Estado Libre Asociado” es un status distinto al territorio.
¿Por qué es falso?
Porque Puerto Rico sigue siendo hoy un territorio americano. (Véase primer párrafo de la decisión unánime del Supremo federal en Vaello Madero (2022)). En 1952 no hubo cambio de status. El Tratado de París continuó imperando y la soberanía se mantuvo secuestrada en el Congreso. El término Commonwealth, traducido al español como Estado Libre Asociado, no es más que el nombre que la Convención Constituyente le endilgó al gobierno territorial de Puerto Rico. No obstante, desde la óptica del derecho constitucional americano el término “Commonwealth” es uno vacío, sin contenido jurídico y sin definición constitucional.
Cuarta falsedad: El ELA existe cuando las madres alimentan a sus hijos con la ayuda del WIC y de los cupones.
¿Por qué es falso?
Porque aquí las transferencias federales llegan no por el ELA, sino por el insoslayable hecho de que Puerto Rico es un territorio americano habitado por ciudadanos americanos. Tan es así que las Islas Vírgenes y Guam, las cuales a diferencia de Puerto Rico ni tienen constitución propia ni se jactan de ser un ELA, se benefician de esos mismos programas federales. De hecho, el récord histórico demuestra que aquí llegó la PRRA, se estableció la PRERA y se ejecutó el Plan Chardón (en tiempos del Nuevo Trato del presidente Roosevelt) mucho antes de la llegada del ELA, precisamente como consecuencia de nuestra condición territorial. (Consúltese el primer tomo de las Memorias del mismísimo Muñoz Marín a las págs. 112-145).
De más está decir que tal aseveración le hubiera pateado el estómago a Muñoz Marín, para quien (en su fuero interno) el ELA constituía una nueva dimensión de gobierno propio dentro del federalismo americano y no una nueva dimensión de mantengo, cuponeo y busconeo.
Quinta falsedad: El proyecto Wicker (S. 8393) reivindica al ELA como una opción válida e incluye una definición específica sobre su desarrollo.
¿Por qué es falso?
Porque el proyecto de encargo que les acaba de radicar en solitario el senador Roger Wicker no define nada. Simplemente se limita a pedir un voto a ciegas a favor del ELA colonial — delegándole a una supuesta “comisión negociadora” que nadie sabe quién la nombrará o cuándo se nombrará y cuyos trabajos no vincularán al Congreso en lo absoluto. De hecho, la propuesta de Wicker es una copia al carbón del viejo modelo fracasado que recomendó la Comisión de Status de 1966 (nombrada por el presidente Lyndon Johnson). Y que resultó en el desastre del Comité Ad Hoc sobre el desarrollo del ELA de 1975.
Decir que el proyecto Wicker define de forma específica el ELA es otra falsedad.
Y entre tanta falsedad lo único cierto que es que no hay cosa más patética que un reguerete de mentes colonizadas.