LA GRAN CONTINGENCIA PRIMARISTA Por Gregorio J. Igartúa

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LA GRAN CONTINGENCIA PRIMARISTA

Por Gregorio J. Igartúa

Abogado, CPA, LL.M Derecho Internacional y Comparado

A todas luces, se confirma lo que sospechábamos desde hace meses: la Comisionada Residente, Jennifer
González, aspirará a la gobernación en los próximos comicios. Este escenario no es ajeno al partido, ni
son los candidatos figuras desconocidas. Por el contrario, estamos hablando de líderes con una hoja de
servicio robusta. Resulta imposible ignorar que el anuncio de la Comisionada, aunque anticipado, se
siente algo anticlimático. No lo digo porque piense que su candidatura carezca de entusiasmo, sino que
esta contraposición ya era parte del ánimo estadista. El proceso primarista comenzó hace tiempo.
Si bien, esta dinámica aclara un poco el escenario de la carrera hacia la gobernación, definitivamente
nubla la trama política en cuanto a la candidatura a la comisaría. Con Jennifer fuera de esa ecuación,
surge un vacío que genera ansiedad y especulación en el Partido Nuevo Progresista (PNP). En parte, en
esta incertidumbre es que reside la impaciencia de algunos con sus aspiraciones. Con ella, el camino a la
retención de tan fundamental posición estaba prácticamente asegurado. En la medida que no hay un
sustituto obvio o que genere gran entusiasmo en la base, este drama acaparará gran parte de la
discusión prospectiva. En un sentido, es aquí donde recae gran parte del suspenso primarista.
Esto nos obliga a preguntarnos si tanto el gobernador Pierluisi como la Comisionada han aprovechado
este tiempo para atender esta contingencia. Esta determinación es tan fundamental como la de aspirar
a la gobernación; es una obligación institucional. En fin, la persona que finalmente asuma el rol de
Comisionado Residente no solo llenará un vacío, sino que también se convertirá en una carta clave para
la campaña del candidato. Estamos hablando del portavoz en el congreso de un partido que se
autodenomina como uno ideológico.
Reconozco que muchas personas aborrecen la incertidumbre y se sienten más cómodos en un escenario
estático. Coincido con que el cambio por el simple deseo de cambio no es suficiente. Quien aspire a
sacudir el árbol político debe justificar su propuesta con argumentos sólidos. Que quede claro, esa
responsabilidad no recae exclusivamente en el retador, sino que obliga igualmente al incumbente.
Personalmente, veo la incomodidad como un catalizador del progreso, y espero que este proceso
redunde en un futuro más sólido. En fin, las primarias no son otra cosa que una vía estructurada para
atender visiones divergentes. Bajo el riesgo de sonar ingenuo, mantengo la expectativa de que el
proceso promueva la claridad ideológica y pragmática.

Recientemente escuchaba una canción que muy elocuentemente establecía que no hay mayor
volatilidad que la que produce una causa común. En reconocimiento de esto e independientemente de
como finalmente se desarrolle esta dinámica, estimo fundamental reiterar que, si bien este proceso de
primarias es solo legítimo, no se puede dar bajo un ambiente que esté matizado de reproches o
sentimentalismos. Aquellos que lo ignoren y recurran a las recriminaciones son precisamente quienes
estarán socavando la credibilidad del proceso y la viabilidad del partido. En fin, es este aspecto el
principal responsable de ir a una elección fortalecidos o de camino al derrotero que a veces conlleva la
rabieta poselectoral. Simple y sencillamente esto es un asunto de madurez política y responsabilidad
ideológica.
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