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Exgobernador y fundador del ELA, Luis Muñoz Marín junto a un grupo de colaboradores.

La filosofía política del Partido Popular en sus primeras tres décadas fue el pensamiento de su líder fundador, Luis Muñoz Marín. Unión permanente, ciudadanía americana, defensa de las instituciones de gobierno de los Estados Unidos fueron para él puntos de importancia para los puertorriqueños. Por eso, durante la campaña de 1940 él cita a asamblea para que se enmiende el programa de gobierno de cara a esas elecciones y se quite la palabra “independencia” como aspiración del pueblo de Puerto Rico. Ya era evidente que había un cambio ideológico en su pensar.

A mediados de la década del cuarenta su cambio ideológico se va haciendo público. Se pronuncia que ser independentista es incompatible con ser popular y luego publica unos artículos en la prensa titulados, “Nuevos caminos hacia viejos objetivos.” Era un hecho que en su pensamiento la independencia se había descartado y que una nueva fórmula política se adoptaría con los valores políticos del puertorriqueño, como la ciudadanía americana en relación estrecha con los Estados Unidos.

Para la adopción de la Constitución de Puerto Rico, su pensamiento ya estaba definido. Al final de la Convención Constituyente pronunció unas palabras que son lapidarias hoy en día: “Yo creo que nosotros contenemos dentro de nosotros mismos la ciudadanía americana”. Para luego aseverar que “no se puede ser pro americano. Yo lo que concibo aquí en Puerto Rico es que nosotros somos americanos, no pro americanos.” Sobre la ciudadanía de los Estados Unidos, Rafael Hernández Colon extendió ese pensamiento: “La ciudadanía de los Estados Unidos debe verse como fuente de derechos para que el puertorriqueño se afirme como individuo, y afirme su puertorriqueñidad.” (Véase, Rafel Hernández Colón, Estado Libre Asociado: naturaleza y desarrollo).

Su énfasis en la ciudadanía americana siempre fue claro: “Nosotros enriquecemos la ciudadanía de los Estados Unidos, además de llevarla por dentro con orgullo, y además de enriquecernos con los grandes valores de esa gran ciudadanía.” (Véase, Diario de Sesiones de la Convención Constituyente de Puerto Rico. Tomo 4). Y en conversaciones con Fernós Isern se pronunció en sentido de que los Estados Unidos y Puerto Rico también son un mismo país: “De manera en que hay un punto en que no son dos países, y entonces hay unas realidades en que son dos países.” (Véase, Héctor Luis Acevedo, Editor; Dr. Antonio Fernós Isern: de médico a constituyente).

En discurso pronunciado en la asamblea general de la Asociación de Maestros de Puerto Rico el 29 de diciembre de 1953, Luis Muñoz Marín habló del idioma y de la enseñanza del inglés: “El inglés es un gran idioma y deben llegar a saberlo y saberlo bien todos los puertorriqueños”. Enfatizó su enseñanza y que los puertorriqueños lo aprendieran: “En la proyección cultural de Puerto Rico debemos esmerarnos y enorgullecernos en ser el pueblo que mejor español hable en América y que mejor inglés haya aprendido en América”. (Véase, Eduardo Rivera Medina & Rafael L. Ramírez, Del Cañaveral a la Fábrica: cambio social en Puerto Rico).

Se trata de que nuestra nación son los Estados Unidos, porque la nacionalidad no es otra cosa que el vínculo jurídico de una persona con el estado. Y eso lo otorga la ciudadanía americana.

En otro discurso, esta vez pronunciado el 14 de febrero de 1958 ante la Cámara de Comercio, Muñoz habló sobre el significado del Estado Libre Asociado en la unión americana: “Debe quedar claro que la palabra ‘soberanía’ no quiere decir independencia, porque Nueva York es un estado soberano y no es nación independiente”. Para el más grande líder político del siglo XX “la palabra ‘libertad’ no es sinónimo de ‘independencia’, puesto que independencia es solo una forma, entre otras, de la libertad política.”

En vistas congresionales celebradas en 1960 para enmendar la Constitución de los Estados Unidos, a los efectos de que los ciudadanos americanos de Washington D.C. tuvieran derecho a votar por el presidente y la capital federal fuera un componente más del colegio electoral, Muñoz favoreció el voto presidencial para todos los ciudadanos americanos incluyendo a los de Puerto Rico, y que este derecho “debe extenderse a todas aquellas comunidades de ciudadanos americanos que vivan bajo la bandera americana en cualquier sitio del mundo.” (Véase, Reece B. Bothwell González; Puerto Rico: cien años de lucha política. Tomo IV).

A partir de los años noventa su propio partido enterró su pensamiento, y su figura quedó en el olvido. Hoy es solo una maquina electoral ideológicamente a la deriva y en evidente descomposición.