Hay que cambiar hacia el territorio incorporado como primer paso irreversible hacia la estadidad – Por Dr. José M Saldaña

17 de octubre 2023

Hay que cambiar hacia el territorio incorporado como primer paso irreversible hacia la estadidad.

Recientemente leí un artículo por Borja Vilaseca publicado en el periódico El País titulado “El Miedo al Cambio” que considero muy pertinente a nuestra situación. El artículo me motivó a hacer las siguientes reflexiones sobre el cambio en el contexto de nuestra realidad.

Desde el día en que nacemos se nos alecciona para que nos convirtamos en lo que nuestros familiares, allegados, maestros y la sociedad interesa que seamos. Estos ejercen una poderosa influencia sobre cada uno de nosotros particularmente durante la infancia, época en que somos muy susceptibles a adquirir patrones, actitudes y valores que perduran por toda una vida. Se va construyendo asi una personalidad acondicionada a lo que nuestro entorno más cercano espera de nosotros.

Si bien la sociedad y la tradición ejercen una poderosa influencia sobre nosotros, en última instancia somos nosotros mismos los que tenemos la libertad de tomar decisiones con las que construimos nuestro propio destino. Sin embargo, tomar esas decisiones nos confronta con el gran obstáculo… el miedo. Le tenemos miedo al cambio. No nos gusta cambiar, aunque lo hemos hecho cuando no nos ha quedado más remedio.

Sin lugar a duda el miedo es el mecanismo más utilizado por el estado -particularmente el estado benefactor -como elemento de control social para mantener el estatus quo. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos más deseamos que nos protejan el estado y sus poderosas instituciones. De ahí que sí parece que nada se transforma en nuestro actual estatus político es porque la mayoría de nosotros nos resistimos a cambiar. El sistema de creencias que nos ha sido impuesto desde temprano es con el que hemos creado nuestro falso concepto de identidad.

Para no tener que cambiar y enfrentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de transformación nos mentirnos a nosotros mismos, por supuesto sin que nos demos cuenta. Para ello nos enajenamos y tratamos de no pensar ni hablar sobre aquellos temas y asuntos importantes que puedan incomodarnos.  Nuestra sociedad tiene infinidad de formas y maneras de distraer nuestra atención para evadir nuestros pensamientos que pudieran dar lugar a desear el cambio.

Con el tiempo llega la resignación y decidimos conformarnos. Decidimos que esto que tenemos es lo que es posible y no hay más nada. Ahí es entonces que asumimos el papel de víctimas frente a nuestras circunstancias y frente a la vida. Esta es la razón por la que solemos culpar a los demás y a nuestras circunstancias por todo aquello que no nos gusta acerca de nosotros y de nuestra vida. Eso no puede ser, tenemos que salir de ese conformismo. Tenemos que progresar.

El ELA -que en un momento de nuestra historia sirvió- ya no nos sirve. Es necesario aceptar esa realidad para cambiar. La necesidad del cambio es evidente. El jueves 9 de junio del 2016 el Tribunal Supremo Federal y el Congreso le propinaron el golpe mortal final al ELA en el caso Sánchez Valle declarando a Puerto Rico un territorio no incorporado (colonia), sin soberanía propia sujeto a los poderes plenarios del Congreso. Ese mismo día haciendo uso de esos poderes plenarios, la Cámara de Representantes federal aprobó abrumadoramente el proyecto PROMESA con la Junta de Control Fiscal. Tres días más tarde el mismo Tribunal Supremo confirmó que Puerto Rico no tenía autoridad para aprobar la ley conocida como la quiebra criolla. Ante estos tres demoledores eventos los líderes populares han tenido que concluir que el ELA ya no es una alternativa de futuro y que el PPD debe reenfocarse y buscar nuevas opciones. El ELA que Muñoz nos vendió, los poderes de la metrópoli lo mataron. Como dijo Bhatia: “El peor problema que tiene el ELA es que no tiene a nadie en EEUU que crea en él. Al ELA no lo quieren en Washington D.C.”.

Todos los informes presidenciales sobre Puerto Rico señalan que el ELA Mejorado (Enhanced Commonwealth) no es constitucionalmente viable. Esa misma opinión es compartida por infinidad de juristas y poderosos miembros del Congreso como Ron Wyden quien así lo manifestó claramente en las vistas públicas del Comité de Energía y Recursos Naturales llevadas a cabo en agosto del 2013.

Un gran sector hemos dado un importante primer paso respecto al estatus, pero todavía tenemos mucho que cambiar, particularmente en lo que respecta a reconocer una realidad y unas actitudes que es necesario modificar o cambiar en un sector e de nuestra población para salir de la enorme crisis fiscal y económica que nos arropa y de este estatus colonial que nos impide progresar como podemos y debemos.

Sólo tenemos que mirar la realidad de que nuestro nivel de escolaridad promedio es de un octavo grado, pero verdaderamente parece más de sexto grado. Escasamente un 50 % de los que entran a la escuela pública se gradúan de cuarto año. La mayoría de nuestra gente no lee y cuando lee, lo que lee es basura. Por consiguiente, no sabe verdaderamente lo que está pasando ni las consecuencias. Lo que sabe y le preocupa es el ahora, su inmediatez. Lo demás le interesa poco. Por consiguiente, en momentos de dificultad, de crisis fiscal como la actual le es muy fácil enajenarse en el baile botella y baraja, en el chisme, en la novela del momento o la basura que nos brinda gran parte de la televisión. Peor aún ese sector de gran parte de nuestra población no trabaja y depende del Estado para su subsistencia.  Ante ese cuadro se es muy susceptible a ser presa de políticos de izquierda, populistas, manipuladores quienes, con un lenguaje romántico, patriotero lleno de idealismos y promesas fatuas nos traten de vender un cambio hacia una independencia o libre asociación como lo ideal para nuestro progreso por medio de llevarnos a una república con un socialismo del siglo 21 al estilo la Venezuela Chavista.

Los que luchamos por la estadidad tenemos la obligación de educar y defender con intensidad y por todos los medios la democracia liberal en la que está basada la nación de la que somos ciudadanos. La democracia liberal con su sistema de derechos humanos y civiles es el único modelo (aun con sus defectos) que tiene la capacidad para revertir la situación de crisis económica, fiscal y social que por décadas padecemos y movernos hacia el progreso.

Hace ya algún tiempo a muchas personas nos llegó por email un escrito -no se menciona su autor- que describe muy bien lo que nos ocurre. Se titula: “Un puertorriqueño a la vez”. Lo cito porque lo considero muy pertinente para enfrentar nuestra realidad.

“La diferencia entre los países pobres y los ricos no es la antigüedad del país. Lo demuestran casos de países como India y Egipto, que tienen miles de años de antigüedad y son pobres. En cambio, Australia y Nueva Zelanda, que hace poco más de 150 años eran casi desconocidos, son hoy, sin embargo, países desarrollados y ricos.

Pedro Rosselló

La diferencia entre países pobres y ricos tampoco está en los Recursos naturales con que cuentan, como es el caso de Japón que tiene un territorio muy pequeño del cual el 80% es montañoso y no apto para la agricultura y ganadería. Sin embargo, es una potencia económica mundial, pues su territorio es como una inmensa fábrica flotante que recibe materiales de todo el mundo y los exporta transformados, también a todo el mundo, logrando así su riqueza. Por otro lado, tenemos una Suiza sin océano, pero tiene una de las flotas navieras más grandes del mundo; no tiene Cacao, pero tiene el mejor chocolate del mundo; en sus pocos kilómetros cuadrados, pastorea y cultiva sólo cuatro meses al año ya que el resto es invierno, pero tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa. Al igual que Japón, no tiene recursos naturales, pero da y exporta servicios, con calidad difícilmente superable. Es un país pequeño que ha vendido una imagen de seguridad, orden y trabajo, que lo han convertido en la caja fuerte del mundo.

Tampoco la inteligencia de las personas es la diferencia, como lo demuestran estudiantes de países pobres que emigran a los países ricos y logran resultados excelentes en su educación. Otro ejemplo, son los ejecutivos de países ricos que visitan nuestras fábricas; al hablar con ellos nos damos cuenta de que no hay diferencia intelectual.

La ACTITUD de las personas es la diferencia. Al estudiar la conducta de las personas en los países ricos se descubre que la mayor parte de la población sigue las siguientes reglas (el orden podría ser discutido sanamente): 1.   La Moral como principio básico. 2.   El Orden y la Limpieza 3.   La Honradez en todos los estamentos de la sociedad. 4.   La Puntualidad 5.   La Responsabilidad 6.   El Deseo de superación 7.   El Respeto a la Ley y los Reglamentos 8.   El respeto por el derecho de los demás 9.    Su Amor al trabajo 10.  Su afán por el ahorro y la inversión ¿Necesitamos más leyes?  ¿No sería suficiente con cumplir y hacer cumplir estas 10 simples reglas?

En Puerto Rico, 

sólo una mínima parte de la población sigue estas reglas en su vida diaria. No somos pobres porque a Puerto Rico le faltan riquezas naturales y talento humano o porque la naturaleza haya sido cruel; simplemente nos falta carácter para cumplir estas premisas básicas de funcionamiento de las sociedades.

Considero que la mayoría de nuestro pueblo tienen el carácter y el deseo de superación, lo que nos falta es finalmente tomar la decisión y notificar al congreso… vamos a movernos hacia el territorio incorporado como primer paso irreversible hacia la estadidad. Llegó el momento…

Secretario de Hacienda en Pelota Dura sobre la economía – https://www.facebook.com/LuisAnthony40/videos/344236158052974