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Exgobernador y fundador del ELA, Luis Muñoz Marín junto a un grupo de colaboradores.     Suministrada

El 11 de febrero de 1962 se celebró una elección especial para llenar la vacante del distrito representativo compuesto por los municipios de Yauco y Guánica, que ocupaba el representante popular, Raúl Bacó Pasarell. Por su deceso, hubo de celebrarse este evento electoral fuera del año de las elecciones generales. No fue la única vez que algo de esta naturaleza sucedía en la política en Puerto Rico; había sucedido dos veces antes, pero esta vez tendría efectos colaterales.

En esta época el Partido Popular Democrático dominaba todo en Puerto Rico. Comisaría residente, la legislatura y los municipios; con excepción de San Lorenzo, que sorpresivamente, el Partido Estadista Republicano ganó la alcaldía. Por esta gesta se le llamó a ese pueblo el Estado 51. Fue la segunda vez que esto le ocurría, pues en 1944 los populares perdieron un solo pueblo.

Con los recursos del gobierno estatal y el de los municipios, el Partido Popular fue una máquina arrolladora que aplastaba a cualquier disidencia interna o externa. Ha sido el único partido hegemónico como nunca lo ha habido y, tal vez, no lo vuelva a haber; y su líder, Luis Muñoz Marín, el más grande líder de masas en la historia de Puerto Rico. Desde 1944 hasta 1964 obtuvieron mayorías de sobre el 60% de los votos, y hubo municipios donde la obtención de votos superó el 80%.

En los tiempos de su hegemonía, luchar contra la fuerza arrolladora del Partido Popular era una tarea de titanes, por no decir imposible. Sin embargo, eso no amilanó a mi padre Mario Ramos Antonmattei, yaucano y líder regional del Partido Estadista Republicano, a aspirar a llenar la nueva vacante. Por eso, se tiró al ruedo y su campaña oficial comenzó el domingo 7 de enero de 1962 bajo el nombre de “Unión Cívica”.

Desde sus inicios el Partido Estadista Republicano respaldó a mi padre. Orlando Parga, hijo, visitó muchas veces el área para ayudar en la campaña, y el presidente, Miguel Ángel García Méndez, movió las fichas, con líderes de barrio de ambos municipios, para ayudar a su correligionario y hermano en el ideal, pues por él mi padre se inició en el fragor político. “Mario Ramos Antonmattei es una carta de triunfo, ya que representa la esperanza no solo del electorado estadista de Yauco y Guánica, sino de miles de electores populares de Yauco que han sido defraudados en sus deseos de postular un candidato de aquel pueblo”, dijo el líder estadista. (Véase El Mundo, lunes 8 de enero de 1962).

La campaña fue aguerrida. Todos los días había actividad política y transmisión radial, pues hacía poco una emisora de radio había sido inaugurada en Yauco. Unión Cívica aprovechó el momento e hizo un pronunciamiento ideológico, postulando que el desarrollo del Estado Libre Asociado es en ruta hacia la estadidad, y no a la independencia.

Los vientos que soplaban en esos años de inicio de la década de 1960, denominada correctamente como ideológica —véase a Antonio Quiñones Calderón, La Década Ideológica: los años 60 del siglo 20 puertorriqueño—, eran sobre el asunto del estatus político de Puerto Rico. Por eso, como respuesta al pronunciamiento ideológico de Unión Cívica, Luis Muñoz Marín decide ir a Yauco y Guánica a hacer campaña a favor de Miguel Morciglio, el candidato de los populares.

El domingo 11 de febrero se celebró la elección especial. El candidato popular salió ganador, cómodamente. Lo que fue una decepción grande para los seguidores de Unión Cívica. Votó alrededor del 60% de los electores del distrito. Y aunque la cantidad de colegios ganados por los republicanos en Yauco fue de 24, comparado con nueve en 1960, la figura de Luis Muñoz Marín fue decisiva. “Un voto bajo la Pava”, fue un mensaje demoledor en una época donde el voto mixto era un animal exótico.

Luis Muñoz Marín oteó que había algo más allá del horizonte político. Por eso, luego de este evento electoral, propone una enmienda a la Constitución para que al surgir una vacante el escaño sea llenado por el partido político que lo ocupaba. De esta manera, sabiendo que el desgaste es algo natural en los partidos, le aseguraba escaños a su colectividad en circunstancias claves futuras.

Mi padre había comenzado a escribir las memorias sobre esta campaña, pero la muerte le ganó al libro. Sin embargo, es un tema que merece una seria historiografía que incide directamente en el desarrollo constitucional de Puerto Rico.