El absurdo del sindicato

“Cada vez me convenzo más que las uniones del País están enajenadas de la realidad fiscal del gobierno”

Cada vez me convenzo más que las uniones del País están enajenadas de la realidad fiscal del gobierno, y que el Pueblo, el que dicen defender, no les importa un ‘pepino’.

Ahí viene la UTIER pidiendo más billete, a conciencia que usted casi no puede pagar su factura de la luz. Ahora se une la Unión Independiente Auténtica (UIA), de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados. Este sindicato distribuyó una comunicación a su matrícula en la que expresa: “La UIA, en acuerdo con el Comité Ejecutivo te notifica: Hasta el momento NO son permisibles estas labores en las áreas a mencionar hasta tanto sean negociadas con nuestro sindicato. Servicio al Cliente: No tomar la Foto, No entrada de Datos, No contestar el teléfono. Almacenes: Suspendido el conteo cíclico, No despacho a las Privadas, No conducir el ‘Finger’ aquellos que no estén certificado y/o no cobren incentivo…”. Añade el sindicato dentro de sus instrucciones, que no acepten la implantación de una nueva máquina para trabajar, que no la usen y que no tomen adiestramientos de cómo utilizarlas. ¡Pero qué clase de pantalones! ¿Y quién rayos manda en la AAA? ¿Nosotros, el Pueblo mediante un gobierno elegido en las urnas o un sindicato cuyo liderato que no eligió el verdadero dueño de la corporación (nosotros)?

La máquina a la que se refieren es un terminal portátil que saca fotos, que tiene un sistema de GPS y que envía la data a la agencia directamente. Un avance tecnológico que se adapta a nuestros tiempos, no necesariamente a los intereses de las uniones ni de lo que quieran esconder.

¿Que con el GPS la AAA va a saber dónde están los empleados? ¿Y? ¿Que los vehículos de la corporación ya tienen GPS? Pues no deben tener problemas con otro GPS, de paso, que mide mejor si están trabajando o si están debajo de un árbol chupando quenepas.

Ayer en la mañana iba escuchando Noti Uno en mi carro cuando escucho a Ferdinand Pérez entrevistando a Pedro Irene Maymí (presidente del sindicato UIA). Demás está decir que por poco choco cuando lo escuhé. Maymí le estaba justificando la instrucción que le dio a su matrícula de que no haga nada, indicando que se le están añadiendo funciones a estos trabajadores. Pérez le pregunta cuáles (en el caso del terminal portátil) funciones adicionales se estaban asignando. Maymí contesta: “El empleado tendría ahora que cargar la cámara (el terminal portátil), tirar una foto y someter la data al sistema. Eso parece muy sencillo, pero no lo es”. ¿Coooomo? ¿Que a un unionado se le cae un ‘canto’ si carga una maquinita que tira fotos, si presiona un botón para tomar la imagen y presionar otro para enviar la data? Ese no es todo el absurdo. Dice Maymí que con esto se va a atrasar el trabajo de los unionados y que eso se presta para tomar represalias.

Señor Maymí, permítame explicarle algo: eso se llama tecnología y la misma sirve para acelerar los procedimientos. ¿Cree usted que llenando papeleo e informes avanza más que sacando una foto, entrando una data a una máquina y enviándola instantáneamente a otro terminal en la AAA? ¡Por favor! Busque otra excusa, y de paso, que sea creíble.

Dicha máquina también sirve de teléfono, mediante el que pueden comunicar directamente desde las oficinas de la AAA. Dice Maymí que ese teléfono deja la línea abierta por unos minutos y que desde las oficinas pueden escuchar conversaciones privadas de los unionados. En horas laborables esos empleados trabajan para el Pueblo y no tienen que estar atendiendo asuntos personales, salvo sea una emergencia familiar. Si no quiere que los escuchen, pues cierre el pico y en vez de ‘chacharear’, y póngase a trabajar.

Vamos a dejarnos de paños tibios. Aunque no es todo, hay algo de negociación de incentivos por hacer el trabajo. Se imagina usted tener un empleado de mantenimiento que corta la grama con una podadora regular y si le consigue una máquina que le recoge la grama en una bolsa, usted tenga que pagarle más a ese empleado. Osea, cobrar más por usted hacerle el trabajo más fácil. ¡Váyanse a la porra! Perdón, pero el ‘váyase a la porra’ me sale del alma.

Señor Alberto Lázaro, meta mano con esto. Si no le tiembla la mano a la hora de meterle la mano en el bolsillo al abonado, espero no ceda ni un ápice ante este absurdo de esta organización de intereses económicos, disfrazada de asuntos laborales.