Génesis del desastre – Por José M. Saldaña

Génesis del desastre

Por José M. Saldaña – hace 11 minutos 4:00 am

«Ante este escenario de caos, el gobierno tiene varias opciones»

EL VOCERO / Archivo

Las administraciones de Sila Calderón y Aníbal Acevedo Vilá le entregaron a Luis Fortuño un gobierno central con un déficit de $3,300 millones, un déficit en caja de más de $4,459 millones, más de $960 millones en cheques del gobierno emitidos sin fondos, un sistema de retiro del ELA en quiebra, la Universidad de Puerto Rico con un déficit de $250 millones y suplidores de servicios a los que por meses no se les había pagado. Igual situación ocurría con la mayor parte de las corporaciones públicas y de los municipios. En fin, un Puerto Rico en quiebra.

Ante esa situación Fortuño inmediatamente tomó medidas de prudencia fiscal que le llevaron a reducir el déficit heredado y a colocar el Índice de Actividad Económica en terreno positivo. Esto generó elogios por parte de las casas calificadoras de bonos, señalando en noviembre de 2012 que la administración entrante debía continuar con esas sanas políticas económicas y fiscales para mejorar la economía y retener la calificación de los bonos pues a pesar de los logros, la economía continuaba frágil.

Mientras Fortuño actuaba responsablemente, Alejandro -en campaña -irresponsablemente creaba falsas expectativas, proponiendo costosas medidas populistas que requerían grandes erogaciones de dinero cuyas fuentes de pago se desconocían. Tren magnético de Caguas, Juegos Panamericanos, derogación de cuota de la Universidad, aumentos de sueldos y pagos adeudados a la policía, plan universal de salud etc.. Este discurso demagógico junto a una vergonzosa abstención de PNP’s, lo llevó a la gobernación por escasamente 11,000 votos de diferencia.

Poniendo distancia entre él y Fortuño, AGP se empeñó en hacer todo lo contrario a lo que aquel había hecho. Comenzó por no visitar las casas calificadoras de crédito y ofenderlas con el “me vale” y” si quieren gobernar que se inscriban como partido político”. Siguió imponiéndonos todo tipo de contribuciones (alrededor de 60) aumentando el presupuesto por $800 millones con la intención de gastar a manos sueltas, obviando irresponsablemente reducir gastos. Esta ineptitud fiscal dio lugar a que el índice de actividad económica se desplomara inmediatamente, cayendo en terreno negativo por 18 meses sin haberse recuperado hasta el presente. Ante este cuadro de ineptitud de AGP- lo habíamos advertido- las casas calificadoras colocaron en chatarra el crédito de todo el gobierno. Con el crédito en chatarra y el Banco Gubernamental de Fomento insolvente, el gobierno recurrió al mercado de bonos – endeudándose más- con una emisión por la cantidad de $3,000 millones para pagar o refinanciar deudas y otras obligaciones de un ELA en quiebra.

El pasado 28 de abril AGP se dirigió al país para decirle que por primera vez en décadas se estaba sometiendo “un presupuesto balanceado” con $1,375 millones en recortes, ajustes de gastos y entre $357 y $650 millones en nuevos impuestos. Esta proyección estaba basada en un crecimiento irreal de la economía para el presente año fiscal y recaudos presuntuosos de $3.5 billones esperados para los últimos tres meses del año fiscal.

El pasado viernes 9 de mayo –a tan solo 11 días del mensaje – se informó que los recaudos de abril se desplomaron a $1,180.9 millones quedándose cortos por unos $442.3 millones del ambicioso estimado de $1,622 millones, de los cuales la mayor parte corresponde a la partida de contribución sobre ingresos de corporaciones con $380 millones.

Anticipándose un déficit de alrededor de $900 millones.

Este desplome ha causado pánico entre los funcionarios del gobierno quienes desesperadamente recurren a responsabilizar por su ineptitud -como chivo expiatorio- a un supuesto esquema delictivo entre las corporaciones por solicitar prorroga y enviar las planillas contributivas sin dinero.

Ante este escenario de caos, el gobierno tiene varias opciones: Imponer más contribuciones. Reducir gastos.

Renegociar las deudas. Dejar de pagar a los suplidores o tomar dinero prestado. Cada una de ellas presagia un mayor desastre fiscal de proporciones catastróficas. Habíamos advertido que AGP era un gran riesgo para PR. Aquellos vientos trajeron estas tempestades