Parece que llegó el momento de prestarle atención a Ricky Rosselló.

El muchacho lleva un par de años haciendo militancia y ganando adeptos en el interior del Partido Nuevo Progresista (PNP). Muchos no lo tomaban en serio.

Pero hay indicios  clarísimos: al menos en el sector del PNP que en este momento se interesa por contiendas políticas tiene un enorme arraigo.

De hecho, dicen todas las encuestas conocidas, incluida la de El Nuevo Día, que hay una gran posibilidad de que sea el próximo gobernador. Si hubiera una primaria hoy en el PNP, le ganaba por más del doble de votos a su rival, el comisionado residente Pedro Pierluisi. Y en una elección general le tiene en este momento 19 puntos de ventaja al gobernador Alejandro García Padilla.

Las encuestas suelen ser hiperbólicas. A la hora de verdad, esos márgenes se reducen bastante. Pero nadie puede dudar que, en este momento, lo de Ricky Rosselló va en serio y que la fascinación que ejerce sobre un importante sector del PNP es enorme.

Es interesante este fenómeno, sobre todo porque se trata de un joven de 35 años que no tiene ninguna experiencia significativa en nada. Tiene, sí, títulos académicos impresionantes: un bachillerato en ingeniería química del Massachusetts Institute of Technology (MIT), una de las mejores universidades de Estados Unidos, un doctorado en ingeniería biomédica de la Universidad de Michigan, muy buena también e investigaciones posdoctorales en la Universidad de Duke.

Lo único que ha sabido hacer AGP es dividir al PNP

Pero más allá de eso, es muy poco lo que se sabe de él. No se conoce de ninguna organización que haya administrado, ni de  empleo que haya tenido, salvo profesor por año y medio en el Recinto de Ciencias Médicas de la UPR y algo que hace desde enero de este año, tampoco se sabe bien qué, en el Sistema Universitario Ana G. Méndez, donde mismo hay una biblioteca con el nombre de su padre, el exgobernador Pedro Rosselló.

Se dice que tuvo o fue parte de un par de empresas relacionadas a la disciplina que estudió, pero no se sabe bien de qué, ni qué función tenía en estas, ni qué éxito tuvieron esas empresas. De hecho, lo poco que se sabe de esas empresas es que ya no están activas.

A sus seguidores en el PNP nada de eso les preocupa, como no les preocupó a los populares el cuatrienio pasado, ni al resto del país eventualmente, la poca experiencia que tenía García Padilla al ser electo.

Es que así se hace política de un tiempo a esta parte en Puerto Rico: lo primero que se mira en un potencial candidato a la gobernación no son sus ideas, sino el color de sus ojos.

Sin embargo, estemos claros en que no es justo atribuirle el arraigo del que goza Ricky Rosselló solo a su belleza o, como han hecho otros, a su apellido.

Es verdad que lo primero tiene a muchos deslumbrados y lo segundo lo llevó a tercera base en el PNP sin haber dado ni siquiera un toque.

Pero lo que de verdad tiene a un sector del PNP loco con Ricky Rosselló es lo mismo que, en su momento, le puede causar problemas con el resto del país: su afán con la estadidad.

La estadidad es el oxígeno del PNP. Es lo que le hace “tilín tilín” al corazón de su más aguerrida militancia. Al que pinta el comité de su barrio, o le engancha una bandera de Estados Unidos a su carro o la pone frente a su casa, a ese, en términos generales, la educación, el crimen, la degradación ambiental, todo eso, le importa poco, pues, lo considera consecuencia del ELA y cree que se resolverá con la estadidad.

Con su activismo a  través del grupo “Boricua ahora es” el cuatrienio pasado y su promesa de “Plan Tenesí” si gana las elecciones, Ricky Rosselló canta justo el bolero apasionado que ese sector quiere bailar. Pierluisi, como comisionado residente y presidente del PNP, tiene otras cosas de las que ocuparse ocasionalmente. Ricky Rosselló no.

Ese puede dedicar todo su tiempo y esfuerzo a hablar de estadidad y eso, más su abolengo y la protección que le brindan los comentaristas de radio que le echan leña al fuego que hace arder al sector más intransigente del PNP, es lo que lo tiene con la candidatura agarrada de las barbas.

La cosa puede complicársele un poco, o bastante, cuando salga a campo abierto a exponerse ante gente a la que no le interesa la estadidad y tenga que entrar en los temas complicados que hasta este momento ha evadido.

Los buenos candidatos, y Ricky Rosselló hasta ahora parece que lo es, son muy sabios bailando alrededor de temas complicados y dejando para después y para más después lo que sería la parte fea de gobernar.

La excusa más común de los últimos tiempos, la que usaron nuestros más recientes gobernadores, es que desconocían la magnitud de los problemas hasta que llegaron a Fortaleza. El público, además, suele ser muy dócil aceptando explicaciones simples y análisis livianos de los que son candidatos. A menudo solo se escucha lo que se quiere oír.

Por ahí, sin duda, es que vendrá Ricky Rosselló.

Pero hay un reto que tiene por delante  mucho más inmenso que simplemente bandearse durante dos años de campaña sin decir nada importante. Eso no es difícil. Lo han hecho muchos otros antes. El que gobierna ahora mismo para no ir más lejos.

Su verdadero reto es vencer el recelo que hay en el país, incluso dentro del mismo PNP,  de que, más allá de la curiosidad y cierta fascinación con su figura, le falta demasiado para estar listo para gobernar.

Se le reprocha su juventud. Su falta de historial profesional. Dicen que la candidatura se le puso en bandeja de plata mediante un operativo de propaganda muy bien aceitado y ejecutado por intereses de la  época en que su padre fue gobernador.

En pocas y muy claras palabras: tiene todavía que legitimarse ante los ojos del país. Veremos cómo le va.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay)