EL VOCERO/ Archivo

Los titulares en torno a la propuesta de imponer un IVA, las degradaciones dentro de territorio chatarra de las obligaciones generales del fondo general, la inminencia de un incumplimiento del pago de la deuda gubernamental ante la insuficiencia de fondos en las arcas gubernamentales y de varias corporaciones públicas han opacado y relegado a la trastienda el acelerado deterioro fiscal, institucional y académico de nuestro Primer Centro Docente: la Universidad de Puerto Rico.

El mismo comienza con la sin precedente burda toma político partidista de la UPR por la actual administración del Partido Popular Democrático de su organismo directivo, al desmantelar la anterior diversa y plural Junta de Síndicos y sustituirla por una nueva Junta de Gobierno constituida exclusivamente por miembros y partidarios del PPD.  La eliminación demagógica de la cuota semestral de $400 dólares a los estudiantes, provocó la degradación a chatarra a principios del 2013 y la semana pasada otra degradación en territorio chatarra de los bonos que emite la institución para financiar mejoras y expansiones de sus facilidades físicas, su infraestructura tecnológica y de investigación, por parte de las agencias clasificadoras de deuda.

En los pasados dos años fiscales se ha dado una reducción de alrededor de $175 millones en la asignación por fórmula de dinero proveniente del fondo general  para el presupuesto universitario,  conllevando recortes en  múltiples ofrecimientos académicos, el congelamiento de promociones por mérito del personal  y de la concesión de licencias sabáticas al personal docente entre otros recortes presupuestarios. Hasta los otros días los planes de ajuste fiscal del presidente y de la Junta de Gobierno ante la crisis presupuestaria que experimenta la Universidad, eran un secreto de Estado.

Sin embargo, hace unas tres semanas salió a la luz pública las recomendaciones de ajuste fiscal del Segundo Comité Asesor de Financiamiento Institucional (CAFI-II) a la Junta de Gobierno, consistentes en proponer un aumento sin precedentes en la matrícula de los estudiantes de nueva admisión  a partir de agosto de 2016 segregados por nivel de ingreso. La propuesta que exime del aumento a los estudiantes que ya se encuentran en el sistema para restarle apoyo a cualquier iniciativa opositora al aumento de matrícula, propone un aumento en los costos de matrícula a lo estudiantes de nueva admisión. La propuesta divide a dichos estudiantes en cuatro clasificaciones según su nivel de ingreso, para el Nivel A ( extremada necesidad económica) propone un aumento anual en su matrícula de $1,046 anual o 63.5%, de $1,794 anual o de 109% para los de Nivel B(necesidad económica), de $2,541 anual o de 154% para los del Nivel C (necesidad económica moderada) y de $3,140 anual o de 190.7% para los del Nivel D (sin necesidad económica).

En contraste si el aumento en el costo de matricula propuesto se impone uniformemente a los 57,853 estudiantes matriculados en el sistema en el presente año académico a partir de agosto de 2015 y no solo a los alrededor de 16,000 estudiantes que serían admitidos en agosto de 2016, el aumento promedio por estudiante sería de $530 anuales o de 50.7 % ($265 por semestre o de 50%), en ves de los mucho mayores aumentos absolutos (en promedio de $2,130 anuales) y proporcionales (en promedio de 129.3%) que sugiere el CAFI-II para las cuatro categorías de ingresos en que se dividirían los estudiantes de nueva admisión. La apuesta de la administración es que prevalezca el auto interés de los ya matriculados, que ha diferencia de la solidaridad sin costo brindada por los  consejos estudiantiles de los distintos recintos del sistema a los estudiantes de las universidades privadas en su reclamo de que su costo de matricula sea excluida de tributar el IVA de 16% , estén reacios a asumir un aumento proporcionalmente menor en el costo de su matricula este agosto para evitar que la carga completa recaiga en los estudiantes de nuevo ingreso en agosto de 2016, representando un aumento proporcionalmente mucho mayor  para los mismos. Y el silencio ensordecedor de los consejos de estudiantes y de los grupos extremistas tienden a confirmar la maquiavélica apuesta de la administración. ¡Divide y vencerás!, parece ser el lema favorito de Antonio García Padilla.

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