La más reciente faena para confundir al pueblo se resume en los ladridos de los líderes colonialistas y de aquellos que utilizan tinta y micrófonos para alcahuetear al colonialismo. Esa faena está enfocada en tratar de colocar a los llamados bonistas como los malos de la película, los responsables de la quiebra del ELA. Lo que se niegan a aceptar esos faeneros del odio es la verdad: que los verdaderos responsables de esta crisis y esta quiebra son el sistema colonial del ELA y un desgobierno que llegó al poder inflando presupuestos, gastando lo que no tenía, mintiéndole a la gente, culpando a todo el mundo y con la actitud farandulera del “me vale”.
Es importante anotar que este desgobierno, en menos de dos años, ha tomado prestados más de $8 mil millones y siguen imponiendo contribuciones descomunales porque quieren tomar prestados $10 mil millones más en los dos años que les quedan en el poder. Aprueban préstamos y después no los quieren pagar.
Cuando vemos la verdad, tal cual es, entonces nos damos cuenta que la solución de Puerto Rico no está en pelear con las empresas evaluadoras de inversiones, con los bonistas ni mucho menos en tratar de legalizar una quiebra para no pagar. No demos más vueltas. La realidad está frente a nosotros. Esta colonia es incapaz de sostener el desarrollo socioeconómico de Puerto Rico. El cambio debe ser a un nuevo sistema político y económico que se ajuste al nivel de vida real de ciudadanos americanos y que le produzca a Puerto Rico los recursos y la actividad económica suficientes para honrar los compromisos contraídos. Esa solución es la estadidad. Es así que se hace Patria y eso es lo que los faeneros del odio quieren ocultar.
Un bono es un documento que certifica el otorgamiento de un préstamo a cambio de una promesa de pago en una fecha definida y a una tasa de interés acordada. Al igual que todos los países con capacidad financiera, Puerto Rico utiliza los bonos, principalmente para realizar la construcción de obra pública como carreteras, escuelas, acueductos y electrificación. En ausencia de ese financiamiento, esa obra no sería posible debido a sus altos costos. Es lo mismo que cuando usted necesita refinanciar su casa para realizar mejoras. Los bonos emitidos por el Gobierno Central tienen una garantía constitucional de pago al extremo de que antes de gastar el presupuesto, primero hay que pagar la deuda. En otras palabras, si el gobierno no cumple con los términos del bono y su contrato (Prospecto), entonces los acreedores, sean empresas, bancos o Juan del Pueblo, tienen derecho a reclamar el cobro de su dinero con la máxima prioridad.
Poco falta para que los faeneros del odio y la manipulación le hagan creer a la gente que los bonistas son seres extraterrestres con cuernos, piel escamada y afilados colmillos. Nadie cree que todos los bonistas son hermanitas de la caridad. Hay empresas, comerciantes, bancos, cooperativas y fondos de retiro de aquí. También hay miles de personas de aquí que trabajaron, tributaron y compraron bonos con sus ahorros. Se estima que una enorme parte de los $73 mil millones en bonos pertenecen a puertorriqueñas y puertorriqueños que confiaron en prestar sus ahorros para la construcción de obra. Gente como usted y como yo que, aunque no seamos dueños de bonos, somos parte de un pueblo que les tomó dinero prestado a cambio de pagarles en los términos acordados. El resto de esos bonos son propiedad de empresas y personas en los demás estados de la Unión.
En Puerto Rico, hay otras decenas o cientos de miles de personas cuyos intereses económicos –de una manera u otra- están estrechamente relacionados con los bonos, pero no lo saben. Se trata de personas que trabajan en bancos, empresas y negocios que tienen grandes inversiones en bonos. Incumplir el pago de esos bonos llevaría a estos patronos a una crisis peor y hasta la reducción de puestos de trabajo y actividades comerciales. Además, los fondos de retiro de cientos de miles de trabajadores públicos y privados también tienen una millonada invertida en bonos de la colonia. No pagar esos bonos, podría llevar al colapso a muchos de esos fondos de retiro y afectar los beneficios de esos trabajadores jubilados o en vías de jubilarse.
Proponer enmiendas a la Constitución o imponer contribuciones para cambiar las condiciones de pago de los bonos vigentes son propuestas inútiles y hasta absurdas que solo aumentan la desconfianza de quienes podrían prestarle a Puerto Rico para continuar subsistiendo de día en día en este desastre colonial. Disparates como esos solo pueden ser planteados por ignorantes, manipuladores o buscadores de aplausos sin darse cuenta del daño que le hacen a Puerto Rico y a su propio gobierno. La Constitución prohíbe el menoscabo de obligaciones contractuales. Ninguna de esas propuestas podría afectar los $73 mil millones en bonos que están vigentes, solo afectarían los bonos futuros. El problema de la colonia, sin embargo, son los $73 mil millones a los que no se les pueden cambiar las reglas acordadas.
Este sistema colonial ha provocado una crisis tan enorme que tanto los que les prestaron sus ahorros a Puerto Rico como el pueblo son víctimas. A todos se les va la vida con esta crisis. Pero los faeneros del odio pretenden crear una guerra entre las dos víctimas mientras vean que el ELA, el verdadero victimario, continúe de pie para ellos satisfacer sus guisos en el poder y su antiamericanismo. Porque así creen que detienen la estadidad. Puerto Rico ya sabe que la colonia es el victimario y la estaca de la crisis. La estadidad, es la solución.
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