“Si los cincuenta y siete millones de hispanos desaparecieran, los patios de las escuelas perderían un niño de cuatro y los empleadores desde Alaska hasta Alabama se las verían con escasez de empleomanía para permanecer abiertos. Imaginemos esta escena para mediados del presente siglo cuando la población hispana en los Estados Unidos se duplique”. Así comienza un extenso reportaje de la revista The Economist de la edición del 14 de marzo.

El crecimiento de la población hispana seguirá su curso ascendente y las estadísticas demuestran que el crecimiento vertiginoso de esta pobación se debe más a nacimientos dentro de los Estados Unidos que a inmigración reciente. Esto llevará a la población laboral hispana a sobrepasar a la blanca en proporción de tres a uno.

La inmigración hispana ha demostrado un hecho nuevo en el mundo contemporáneo; el amor a dos países: el país de origen y el país adoptante. “La gente puede amar dos países, igual que amar a la esposa no significa que amemos menos a nuestra madre”. Además, casi un millón de hispanos se está inscribiendo todos los años para poder votar en las elecciones, por lo que el viejo paradigma de tratar a este enorme grupo minoritario en términos de villanos o víctimas tendrá que ser cambiado por menos inmigración como tema político y más sobre reforma de educación, cuidado de salud y políticas públicas que los ayuden a insertarse dentro de la clase media americana.

Entre los hispanos los porcientos de graduación de escuela aumentan, los embarazos fuera de matriminio entre jóvenes se reducen dramáticamente y los matrimonios entre hispanos y miembros de otros grupos siguen subiendo. Por otro lado, la cantidad de hijos y nietos que aprenden el inglés es mayor que años atrás. Esto ha creado una conspicua cultura hispana-americana que ha borrado las viejas diferencias entre los mexico-americanos y los demás grupos de latinos.

Un elemento revelador que reseña la revista es el poder adquisitivo, como grupo, que tienen los hispanos; 1.1 trillón. Si los hispanos-americanos fueran un país aparte estarían en el escalón número 16 de los países más ricos del mundo. A esto hay que añadirle el optimismo que la mediana de edad entre los hispanos despierta en los Estados Unidos; mientras para los blancos es del 42 porciento, los negros el 32 porciento, los hispanos están en el 28 por ciento. Por lo que serًía correcto argumentar que están haciendo de los Estados Unidos un país más jóven.

Los viejos argumentos sobre la defensa del inglés se están diluyendo ante la realidad avasalladora en la sociedad americana. Un referéndum celebrado hace unos años en Nashville, Tennessee para declarar el inglés como idioma oficial de la ciudad fue derrotado en proporción de 57 porciento a 43. Es un hecho constatado que Estados Unidos es una nación que alberga distintas culturas e idiomas que conviven en armonía dentro de sus límites geográficos y que han hecho de él un país políglota; 365 idiomas se hablan en los hogares americanos, además del inglés, según datos del Censo.

Esa realidad que vive la nación la vemos en el mundo de la política, donde un aspirante a la presidencia, Jeb Bush, se dirige a los hispanos en su propio vernáculo; el español. Los Estados Unidos hispano son ya hecho histórico constatable.