El 19 de febrero de 2014 la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard fue la sede de la conferencia “Reconsidering the Insular Cases”, un análisis de los controversiales casos insulares del Tribunal Supremo de Estados Unidos que tienen influencia sobre Puerto Rico y otros territorios estadounidenses. La conferencia contó con paneles compuestos por distinguidas personalidades locales y nacionales que abordaron las actuales problemáticas relacionadas con los territorios y el futuro estatus de Puerto Rico.
El pasado lunes 4 de mayo- la Universidad de Harvard publicó el libro “Reconsidering the Insular Cases, The Past and Future of the American Empire” sobre el contenido de esa conferencia. Este libro debe ser un hito en el proceso de descolonización de Puerto Rico. Mediante esta publicación Harvard intenta reivindicarse de lo que resulta serle una lacra bochornosa por la influencia que en un momento histórico esta institución tuvo sobre el Tribunal Supremo de los EEUU para otorgarle a Puerto Rico un estatus colonial de territorio no incorporado.
El capítulo 8 de este libro escrito por el buen amigo el licenciado Andrés López se titula “Our Journey is Not Complete”. En este Andrés describe cómo la decisión de que Puerto Rico fuera un territorio no incorporado tiene -entre otros- su origen en un infame artículo “The Status of Our New Possessions: A Third View” en el Harvard Law Review escrito por un Ex presidente racista de Harvard, Abbott Lawrence Lowell en 1899 (un año después de que los Estados Unidos adquiriera a Puerto Rico).
Este artículo fue muy influyente para que el Tribunal Supremo inventara la categoría de territorio no incorporado que colocaba a Puerto Rico en un estatus de limbo que no era ni estado ni territorio. Antes de esa creación, la adquisición de un territorio conllevaba la eventual incorporación a la nación en igualdad de condiciones con los demás estados (Ordenanza del Noroeste). La teoría racista de supremacía blanca de Lowell llevó al TS de los EEUU a tratar a los territorios en forma desigual aun después de en 1917 los puertorriqueños haber adquirido la ciudadanía americana.
En Balzac vs. Porto Rico (1922) el TS declaró que había una segunda clase de ciudadanos americanos que a pesar de haber nacido americanos no podían disfrutar de los mismos derechos constitucionales de los demás ciudadanos por haber nacido en el territorio. Si se mudan a la metrópoli sí pueden disfrutar de los mismos derechos. A pesar de que esa posición jurídica se pensó que sería por un tiempo (Dowell& Bidell), esa sigue siendo hoy la ley de la Nación. Esto a pesar de la opinión disidente del Juez John Marshall Harlan advirtiendo que ese estatus en forma indefinida crearía un sistema colonial horrendo y extraño a los principios constitucionales de igualdad.
Los tiempos han cambiado y los Estados Unidos no tienen como política pública mantener territorios indefinidamente. El actual ELA a pesar de los sucesos de 1952 es un estatus colonial bajo los poderes plenarios del Congreso. Puerto Rico es un territorio no incorporado y había sido una colonia por consentimiento hasta el 2012 puesto que así lo había manifestado en las consultas plebiscitarias. Sin embargo en el plebiscito del 2012, el 54% de los electores decidió que no quería continuar esa situación quitándole el consentimiento por parte de los gobernados a ese estatus colonial.
El ELA -con su modelo económico basado en concesiones del Congreso que ya se acabaron- colapsó. Llegó el momento de que nuestro pueblo entienda lo que le han señalado los informes de la Casa Blanca particularmente el último del 11 de marzo del 2011: que el problema del estatus ha impedido el desarrollo económico y social de Puerto Rico… que la cuestión del estatus y la economía están estrecha¬mente vinculadas y que la manera más eficaz de contribuir a la economía de Puerto Rico depende de la resolución de la fundamental cuestión del estatus. Ya esto no pare más: O nos decidimos por la estadidad o la independencia en cualquiera de sus dos modalidades.
Por ser Harvard una institución de gran prestigio nacional e internacional, ejerce gran influencia sobre la dirección de la Nación, por lo que la publicación de este libro debe constituir un poderoso elemento de presión sobre los poderes de la metrópoli para reivindicarse por una posición antiamericana que es una lacra y vergüenza en el presente siglo.
Agradecemos a la Decana de Derecho de Harvard Martha Minow y al amigo Andrés López los esfuerzos realizados para que mediante la publicación de este libro se genere la discusión y el debate para que Puerto Rico salga ya de este limbo que nos mantiene en la ignominia.
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