Liza García celebra que la CEE ha adquirido un nuevo sistema de escrutinio electrónico; proyecto que es de la administración de Luis Fortuño. Si no se logró antes fue porque Liza, como Comisionada Alterna Electoral del PPD, junto al pájaro dentirrostro Eder Ortiz, demandó en los tribunales alegando teorías legales obtusas, sólo para detener la obra del PNP. Bajo el presidente Héctor Conty, el contrato era de $22 millones para la compra de equipo, con título de dueño. Para Liza, $38 millones por un arrendamiento por el mismo sistema con certificación federal es buen negocio con tal de gastarse $16 millones más. Solo para alegar que no hay $15 millones de presupuesto para primarias estatales ni presidenciales. Esa es la peste a ratón podrido del asunto. La fumigación es buena, solo si la hace el PPD.
Liza pretende usar la excusa del dinero para justificar privarle el derecho fundamental al voto de los electores a votar en primarias y a los aspirantes internos de los partidos a competir en igualdad de condiciones, como parte del proceso democrático. Le recuerdo a Liza, que mucho ha viajado por Latinoamérica, incluyendo la República Dominicana –incluyendo Casa de Campo, centro de relajación electoral-, que en Venezuela y casi todos los países chavistas latinoamericanos, hay sistemas de votación electrónicos, pero ninguna garantía de protección del derecho al voto de los electores debidamente inscritos.
Con la excusa de la crisis fiscal, que la administración PPD ha creado para alegar que no hay dinero, Liza quiere justificar violar la Constitución del ELA de forma continua y cotidiana. Quiere justificar no celebrar primarias estatales ni presidenciales. Existe un plan diseñado para violar los derechos civiles de los estadistas, privándole del derecho fundamental al voto. Liza y su partido no tienen discreción alguna para decidir si celebran o no primarias. Tienen un deber legal de celebrarlas. Cualquier invento o elucubración superflua, de las muchas que ya conocemos, sería una violación al derecho constitucional al voto, abusando a conciencia del poder que le confiere la ley electoral.
Sus asesores le diseñan un plan para que el PPD pueda perpetuarse en el poder a como dé lugar. Por eso, en la CEE quien manda es el gran Romeo, Jorge Colberg Toro. Vivo ejemplo de que, para la infortunada Julieta, “el amor es un fluido que se expande como los círculos tejidos por una piedra en el estanque.” O sea, Colberg Toro aprieta el botón del himeneo electoral y ordena, a su vez, la violación de derechos civiles, y los dictámenes del corazón proselitista reaccionan de inmediato. Sin embargo, la que responderá ante los tribunales y ante la justicia por la violación crasa de ese derecho fundamental será Liza, a quien, como presidenta de la CEE, la ley le otorga el deber de representar el interés público y garantizar elecciones confiables y conforme al ordenamiento legal.
Por otro lado, Liza y su patrono real, el PPD, harán lo posible para que en Puerto Rico el Partido Republicano no celebre primarias, como es su derecho en ley. El propósito es quitarle a un sector del Pueblo la oportunidad que candidatos presidenciales se pronuncien sobre la crisis de la colonia y ofrezcan la Estadidad como solución. Lamentablemente, esa es la madeja pestilente que se incuba dentro de la siquis enmarañada de Liza.
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