En la semana que conmemorábamos los 99 años de la ciudadanía americana en Puerto Rico, el gobernador comenzó con su Mensaje de Estado. Fue una oda a la demagogia. Desde su comienzo en la Grecia antigua, Aristóteles dijo que el enemigo más grande de la democracia era el demagogo; o sea, el halagador por excelencia que solo apela al sentimiento del Pueblo y no a su razón. En ese mensaje el gobernador insistió en su demagogia consuetudinaria sobre la autonomía del ELA, asunto que ya el gobierno de los Estados Unidos ha dejado claro que la actual condición política es la responsable de la crisis socioeconómica nuestra. Entre muchas otras mentiras, volvió a insistir en el voto a los no ciudadanos, plan para diluir el valor de la ciudadanía americana y acabar con la Unión Permanente, con el efecto neto de vender la patria y eventualmente llevarnos a la independencia y fuera de la constitución federal.

Ese mismo día, el FBI visitó a la presidenta de la CEE, informando a la prensa que el motivo de la misma era velar cómo se desarrollaban los trabajos en el proyecto de escrutinio electrónico. Lo que no salió a relucir de la visita y lo conversado fue que el Partido Republicano luchó contra las trabas y obstáculos que el gobierno del PPD impuso, reclamándole a las autoridades federales en septiembre de 2015 que supervisaran la administración de sus primarias presidenciales para garantizarle el derecho al voto a los ciudadanos americanos de Puerto Rico el 6 de marzo de 2016.

Ante toda esta vorágine, la presidenta de la CEE, Liza García, nos entretuvo con la Ley Seca el día de las primarias republicanas. El jueves anunció que la Ley Seca sí aplicaba. El viernes, después que todo Puerto Rico se enteró que había primarias con Ley Seca, alegadamente, Liza le solicitó un referéndum por mensajes de texto a los Comisionados Electorales para que estos resolvieran por unanimidad si aplicaba o no la parte dispositiva sobre el expendio y consumo de bebidas alcohólicas durante la celebración de dicho evento electoral. Amanecimos el sábado con la feliz noticia que podíamos beber el domingo. Sin embargo, esa misma tarde Liza publicó un comunicado de prensa alegando que la decisión de los Comisionados estaba errada, y que sí había Ley Seca.

Y llegado el domingo, amanecimos con los 110 colegios de votación con largas filas de electores deseosos por ejercer su derecho al voto. Nadie le hizo caso a Liza, y se bebió y celebró en todo Puerto Rico. En la CEE, Liza se encerró en su “penthouse”, nunca dio su saludo protocolar a los medios, funcionarios ni a los líderes del Partido Republicano presentes; demostrando que no aprendió nada en sus más de una docena de viajes a repúblicas latinoamericanas. Luego de cerrados los colegios de votación, Liza hizo una conferencia de prensa en su “penthouse” para anunciar que no aplicaba la Ley Seca. Ya era tarde, el Pueblo brindaba por el proceso democrático y se olvidaba de los múltiples errores de Liza.

El asunto de la Ley Seca era uno sencillo; legal y administrativo. Esta funcionaria -impuesta por el PPD para asegurarle las elecciones- ha hecho entuertos y cometido desaciertos desde un principio. Siendo nuestro sistema electoral modelo ejemplar para otras jurisdicciones y garante de la limpieza para la confianza del Pueblo, ¿qué garantías y seguridad, si algunas, podemos esperar de Liza y su CEE para el buen y eficaz funcionamiento de nuestra democracia?

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