Es una pena que en pleno siglo 21 una mujer brillante, buena y con una probada trayectoria profesional, tenga que levantarse un día a defender su honra por el sólo hecho de que se casó con un político, que a su vez, es el candidato a la Gobernación de Puerto Rico con las más grandes probabilidades de romper el estatus quo.
Eso es todo.
María Elena es una profesional con tres décadas de experiencia en la industria financiera, que ofrece asesoramiento a compañías privadas con respecto a inversiones exclusivamente privadas. Una mujer que hizo su vida profesional desde antes de conocer a Pedro Pierluisi, en Puerto Rico, Londres y Estados Unidos, y que por años viajó el mundo trabajando con mercados emergentes. Es una mujer criada en el mundo financiero, entrenada, curtida y probada, sí, en un mundo controlado por hombres.
Cuando Pedro Pierluisi comenzó su lucha a favor de que Puerto Rico tuviera las herramientas que tiene cualquier estado bajo el Código de Quiebras federal para que las corporaciones públicas puedan reestructurar su deuda, lo menos que pensó es que en el intento algunos intereses quisieran llevarse enredá a su esposa. Los intereses batallando contra las intenciones de Pierluisi en el tema económico no son tantos, pero son extremadamente poderosos.
Hemos visto cómo en Estados Unidos los que representan el bolsillo de los acreedores están gastando millones de dólares en campañas publicitarias contra los congresistas que buscan lidiar con la crisis fiscal de la Isla. Millones en prime time. Millones en sus distritos.
No es casualidad. En Estados Unidos hay intereses fortísimos que buscan doblegar el espíritu de Pierluisi en defensa de su gente y de su gobierno. Es la misma gente que busca el cheque para sus clientes pero le importa poco si el sistema de salud colapsa aquí, por ejemplo. Llevaban semanas literalmente buscando plantar la historia en los medios de que María Elena se beneficiaba de la gestión congresional de Pierluisi. Tantos se dieron contra la pared enfrentados con los hechos verdaderos que la historia simplemente no salía. Todos terminaban convencidos de que no había nada incorrecto, ni inmoral, ni ilegal ni antiético.
Pero como todas las malas semillas, siempre es posible que encuentren terreno fértil. Y así surgió la historia que publicó esta semana contra Pierluisi y María Elena. Cuando la vi online, noté la agenda claramente. Y me concentré en lo que en cualquier cabeza racional. La línea que decía que los expertos consultados habían expresado que no había conflicto ético entre la gestión de Pierluisi y los negocios de su esposa. En mi libro, no se justificaba la historia.
Claro, el target no era cualquiera. Era Pierluisi, y el vehículo, su esposa.
En el mundo de los normales, la línea del propio periódico eximiendo de conflictos al matrimonio hubiera sido suficiente para pasar la página. Porque por sobre esa especulación absurda debía prevalecer la real crisis fiscal que vive la Isla, la posibilidad de otro impago, y la deshonrosa distinción de ser merecedor de una junta fiscal que nos supervise.
Carlos Romero Barceló es de las personas más cuidadosas en evitar conflictos o malas actuaciones y hasta apariencias, conoce my bien a Pedro Pierluisi y a su esposa, y los relpalda.
Pero no. A esos intereses poderosos se sumaron la ignorancia en algunos casos, y los intereses politiqueros en otros. Porque si la ola viene grande y puedo coger pon, me monto. Es la tragedia de la política chiquita. Y de los que van perdiendo. Crean un circo alrededor hasta del Día de las Madres si necesario.
Es una lástima real que otra gente con micrófono se haga eco de elocubraciones malsanas, también por intereses políticos a corto plazo. En la saliva se les ve la mala leche. Irónicamente son los mismos que tienen el mayor conflicto ético en el mundo político: tienen posiciones en los medios, y tienen posiciones en campañas opositoras. Se relamen aunque ellos mismos sepan que no hay conflicto.
Con todo eso hay que bregar. Porque si la política fuera fácil, votaríamos todos en Disney, y las primeras damas serían Cinderella.
Yo doy fe de quién es María Elena Carrión. Una gran mujer, una profesional recta, una gran esposa, y una gran amiga. El que quiera buscarle cinco patas al gato, seguramente le encontrará seis. #YoDigoQueSí
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Un poco de María Elena Carrión
http://woratv.com/portada/index.php/2016/03/04/maria-elena-pierluisi-habla-de-soluciones-reales-para-puerto-rico/
Para más información puedes visitar el website de Pedro Pierluisi, Gobernador.
instagram.com/pierluisipnp
https://www.youtube.com/c/pedropierluisi
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