Estamos en un momento entre el amor, el odio y la resistencia.

No es para menos. Llevamos toda una vida pensando en el Puerto Rico perfecto, en la isla perfecta, con una relación bastante conveniente con Estados Unidos. La pasábamos bastante bien dentro de todo. De cuando en cuando teníamos nuestras situaciones isleñas, serias, y a veces no tanto, pero nunca habíamos dejado de ser, como dicen por ahí, un happy colony. (No que me guste a mí).

Ahora estamos en tremenda encrucijada. Está el furioso ante la posibilidad de una Junta de Supervisión Fiscal; está el que la pide a gritos; y está el que no la quiere pero la ve venir irremediablemente y de manera realista trabaja para que no sea del todo clavadora. Yo no comprendo a los candidatos que hoy se paran a decir que no quieren junta, que sobre su cadáver, que mañana lo resolvemos todo, que no busquemos herramientas de igualdad en el Código de Quiebras federal, que la solución está en sus manos…

Pero abren sus manos y yo no veo ni varita mágica, ni sombrero, ni conejo.

Yo quisiera que vieran cómo es que de verdad se bate el cobre. Me gustaría que entendieran cómo se trabaja, sin descanso, para buscar una solución a esta crisis fiscal. Póngale usted el nombre del responsable que más le guste, rojo o azul. Yo le pongo un nombre. YO. Porque las culpas a veces sobran, y la que se va a fastidiar soy yo si las cosas siguen como van.

No amo la propuesta junta y no le mando e-mails de amor. Lo importante en este momento es quién va a gobernar este Puerto Rico con junta, o sin junta. Yo estoy convencida absolutamente de que la persona ideal para gobernar a Puerto Rico es Pedro Pierluisi. Es el hombre con la experiencia, la capacidad y la madurez, pero también con el récord, y las soluciones reales para resolver la crisis.

En Washington- DC Pierluisi no ha parado de trabajar con el borrador de proyecto, que antes era el apocalipsis, y aún no ve la luz del día, porque no satisface a nadie. En cada minuto de este intenso pulseo, Puerto Rico, su gente, usted, ha sido el norte de Pedro Pierluisi, quien  además tiene una credibilidad y un respeto impresionante en la capital federal.

Lo ideal hubiera sido que este punto no llegara jamás, y que mantuviéramos el sello de una isla feliz, paradisíaca. Yo creo que eso es aún posible. Pero la solución no está ni en la politiquería barata, ni en varitas mágicas, ni en sombreros, ni en conejos. Juntos podemos lograrlo. Con Pierluisi a la cabeza. #YoDigoQueSí.